Contemplo cada cosa y digo: Dios.
No porque sea Dios.
Pero las cosas tienen un corazón donde tú habitas,
un corazón de sombra y de silencio:
(Donde acaba la nada Dios empieza)
Y las cosas se quedan de rodillas
con sus manos de espera levantadas
rezando oscuramente y sin sonido.
Se dicen simplemente.
Su plegaria consiste simplemente en ser ahí y estar dichosas.
Y yo no me resigno:
no quisiera ser silenciosa piedra
que no sabe sino decirse a solas simplemente.
Jesús Tomé (Ciudad Rodrigo. Salamanca 1927)