miércoles, 23 de septiembre de 2015

Credo navideño

Creo en la bondad, responsabilidad
y buen hacer de José de Nazaret
que supo darte casa, nombre y todo su ser.

Creo en la fe humana y adulta de María,
en su espera y acogida,
y en su ternura desbordada cada día.

Creo en la pobreza del portal,
que está siempre en las afueras,
con un buey y una mula, y aún sin ellos.

Creo en el anuncio de los ángeles,
presencias visibles de Dios que nos quiere,
que cantan y nos alegran de día y de noche.

Creo en el gozo compartido de los pastores
que sueñan mundos nuevos y mejores,
y, presurosos, caminan para ofrecerte sus presentes.

Creo en la estrella peregrina y mensajera,
que capta la atención de la gente buena
y que nos guía a través de la vida.

Creo en los Magos, inquietos y tenaces,
que van tras ella hasta encontrarte,
y hacen el camino de ida y vuelta siguiéndola.

Creo en las sendas que llevan a Belén,
en los ríos de plata, en los montes de musgo,
en las casas de corcho y en un nuevo amanecer.

Creo en todos los embarazos y partos
pues nos traen la vida y el gozo
aunque vengan sin pan bajo el brazo.

Creo en la alegría del universo entero
y en la clara amistad entre las personas,
nacida de repente o crecida a ritmo de cosecha.

Creo en la sorpresa de los niños,
en la ternura de los seres humanos
y en la creación que nos hace guiños.

Creo en el amor gratuito,
difícil e inseguro, pero cierto,
que nos muestra tu rostro humano y divino.

Creo en Jesús, tu Hijo amado, nuestro hermano,
nacido en este mundo cerrado,
para abrirnos el corazón y tu Reino