miércoles, 23 de septiembre de 2015

Creemos en Jesús, presente en el pobre

Creemos en Jesús,
presente en la alegría y esperanza de los pueblos
marcados por una historia de pobreza y dolor.

Creemos en Jesús,
presente en las personas
que atraviesan situaciones críticas
a causas de las decisiones de otras personas.

Creemos en Jesús,
presente en los jóvenes marginados y sin futuro
por causa de las estructuras que hemos creado.

Creemos en Jesús,
presente en el pobre que sufre,
en el triste y con oscuro horizonte,
en el perseguido y encarcelado,
en los emigrantes y exiliados,
en los niños explotados y abandonados,
en las mujeres humilladas y marginadas,
en las personas en paro y sin salario digno...

Creemos en Jesús,
presente en los ciudadanos sin derechos,
en los cristianos perseguidos
por ser críticos y solidarios,
en los creyentes ninguneados en la Iglesia,
en toda persona que lucha por un mundo nuevo.

Creemos en Jesús,
presente en las pateras que atraviesan los mares
en busca de una tierra prometida
y naufragan en nuestras costas
sin crearnos muchos problemas.

Creemos en Jesús,
deambulando, sin nombre, por los basureros
de las grandes ciudades;
crucificado junto a las personas que mueren
sin causa en todas partes,
o que gritan justicia mientras se les tortura,
denigra y condena a ser "nadie".

Cremos en Jesús,
que sigue sin tener un lugar
en el que recostar su cabeza
porque se multiplican los desahucios por vivienda
y las expropiaciones a los más débiles
cerrando los ojos a sus necesidades.

Creemos en Jesús,
y reafirmamos nuestra esperanza en él,
y en la fuerza sanadora y liberadora
de su amor derramado en nosotros.

Creemos en Jesús, vivo y presente
en nuestro mundo e historia,
en nuestra vida e Iglesia
y acá, en este momento y lugar.

¡Creemos en Jesús en este Viernes Santo
de oscuridad, debilidad y cruz!