sábado, 26 de septiembre de 2015

Dios es mi luz y mi salvación

Dios es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El señor es la defensa de mi vida
¿quién me hará temblar?

Cuando se burlan de mí y me echan en cara el creer en ti,
cuando tantos pretenden borrarte del mapa,
miro el vacío y el sin sentido de tantos hombres y mujeres que en nada creen,
en nada esperan, en nada confían…
y pienso en la seguridad y la paz que Tú me das.

Aunque anuncien en todas partes que hay que pasar,
aunque sea tentador y cómodo el camino de lo fácil, el egoísmo y del materialismo,
mi corazón no duda.

Aunque ser fiel a la palabra que hemos dado,
aunque ser consecuente con nuestra fe, sea más duro y muchos no lo entiendan,
mi corazón no teme.

Una cosa te pido, y una cosa estoy buscando,
conocerte cada día más y descubrir que quieres de mí;
para ponerme  por entero al servicio de tu plan de salvación,
y gustar, así, la dulzura de vivir en la comunidad reunida en tu nombre,
con un solo corazón, con una sola alma…

Se que tu cuentas conmigo,
quieres que comparta mi vida y mi fe,
que te hable en el silencio de la oración, como a un amigo;
que me apoye en ti como en una roca firme.

Y ahora contigo, camino seguro y confiado,
sin miedo a las dificultades, sin complejos.
Quiero llevar la alegría que Tú les das a quienes están tristes,
a quienes buscan sin encontrar,
a quienes ni si quieran buscan.

Al ver mi juventud, llena de energía para construir,
al ver el gozo que da la fe en ti y la esperanza sin límites,
al ver mi compromiso y mi solidaridad,
quienes dudan, quienes te niegan, podrán encontrarte en mi vida y darte gracias.
Y yo cantaré para ti cantos de alabanza,
cantos de alegría y tocaré para ti Señor,
porque llenas mi vida de sentido.

Escucha, Dios mío, el grito de mi voz,
por el amor que me tienes, respóndeme.
Mi corazón me pide que te busque,
no te alejes de mí.
Déjate encontrar cada día,
porque Tú eres mi auxilio,
no me abandones,
no me dejes, porque Tú eres mi salvación.
Tú eres el Dios de mi juventud.

Te doy gracias, porque tú jamás me abandonas ni me rechazas,
aunque me sienta abandonado y rechazado por los que más quiero,
Tú sigues siendo fiel a tu amor de padre.

Enséñame tu camino, Dios mío, condúceme para que no me caiga,
Tú conoces mi vida y mis problemas,
no me dejes caído en el suelo ayúdame a levantarme
y dame fuerza para seguir adelante.
Cuando me pregunto: ¿cómo podré ver de cerca al Señor?
Mi corazón me responde, espera en el Señor,
se valiente, arriésgate y vive tu juventud con fe firme y corazón generoso
y encontrarás a Dios compartiendo tu esperanza.