viernes, 25 de septiembre de 2015

Dios habla a su Iglesia

Demos comienzo a nuestra fiesta;
salgan vítores a una de todas las gargantas;
y que los instrumentos, bien acordes,
hagan arder el aire en llamas de música.

Porque hoy es el día del gozo inenarrable,
el día del descanso que aleja toda angustia;
porque somos un pueblo libre y unificado
gracias a la Palabra de Dios, presencia ardiente.

Dios habla con Palabra, carne de nuestra carne,
y alienta en nuestro espíritu su Espíritu de gloria.
Dios, voz de muchos vientos; Dios, silencio sin ecos,
hace oir su mensaje, antes desconocido.

"Estoy contigo en todas tus luchas y caminos;
ni tus muchos pecados te hundiran en el polvo,
ni tus duros trabajos quedarán infecundos.
Cada vez que me llames me tendrás a tu lado.

Te haré fuerte en la fe, generoso en la entrega,
y serás ante todos pancarte de mi gloria,
gloria del hombre libre, levantando en su frente
un cielo de mil soles que no verán ocaso.

¡Ojalá que tus leyes nunca sean otras leyes
que la ley del amor desnudo y sin fronteras!
Y nunca te inclines ante los brillos fatuos
de los reinos del mundo con noche en sus entrañas.

Yo soy quien te ha elegido, pueblo de caminantes,
para que abras caminos de adoración y canto.
¡Abre tu boca y yo te daré la abundancia
de un corazón de sabio destilando dulzuras

¡Qué triste si mi pueblo desoye mi Palabra
y no le presta oído a mi amor generoso!
¿Qué sería de ti, sal que ya nada sala,
luz que ya nada alumbra, fermento que no adentra
mi vida en las entrañas de la masa infecunda?

¡Si mi pueblo supiera comer mi Pan de audacia,
y embriagase del Vino de mi amistad sabrosa...!
¡Si mi pueblo aceptara ser mi oveja perdida...!

Yo le daría las llaves del misterio del alma,
las llaves que tan sólo abren y nada cierran,
porque todo sería, en su bondad más alta,
un vuelo de ternuras en siembra de más vida.

Yo sería para todo el Dios de la belleza
que penetra y conmueve las fibras más sensibles:
¡Qué triste si los hombres no llegan a saberme
sino una idea de mentes enfermizas!

Pueblo mío, mi Iglesia, éste es tu cometido:
quitar trabas y obstáculos para que el hpmbre pueda
encontrarme a su lado, saberme en sus destinos,
y alimentarse siempre y sólo de mi  presencia"