miércoles, 30 de septiembre de 2015

La paz que sólo Tú nos puedes dar

Dios y Padre nuestro, muchas veces el agobio no nos deja avanzar.

¡Cuántas veces sufrimos inútilmente por desgracias que pueden llegar a pasar y que nunca suceden!

Vivimos obsesionados por cosas que merecen poca preocupación: la comida, la bebida, el vestido, el dinero, la imagen, lo que otros piensen de nosotros…

Nos agobiamos porque queremos hacer demasiado, como Marta de Betania, que andaba inquieta y nerviosa con tantas cosas; olvidando que sólo una cosa es necesaria.

Vivimos como si no Tú no existieras; como si no fueras nuestro Padre, un Padre que lo puedes todo, que nos acompañas, nos cuidas, nos das vida, porque amas a cada persona mucho más que a todos los pájaros y lirios juntos. Danos fe para descubrir y acoger tu amor providente.

Danos, Señor, la paz que sólo Tú nos puedes dar. Ayúdanos a confiar menos en el dinero, a buscar sobre todo tu Reino de fraternidad y justicia, a abandonarnos en tus manos amorosas y providentes, con la seguridad de que, pase lo que pase, nunca quedan defraudados quienes lo esperan todo de ti.