sábado, 26 de septiembre de 2015

Oyentes de la Palabra

Dios nuestro, Padre de la luz, tú has enviado al mundo tu Palabra,
sabiduría que sale de tu boca,
y que ha reinado sobre todos los pueblos de la tierra (Eclo 24,6-8).

Tú has querido que ella haga su morada en Israel
y que a través de Moisés, los Profetas y los Salmos (Lc 24,44) manifieste tu voluntad,
y hable a tu pueblo de Jesús, el Mesías esperado.

Tú has querido que tu propio Hijo, Palabra eterna que procede de ti (Jn 1,1-14),
se hiciera carne y plantara su tienda en medio de nosotros.
Él fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María (Lc 1,35).

Envía ahora tu Espíritu sobre nosotros:
Él nos dé un corazón oyente (1 Re 3,9),
nos permita encontrarte en tus Santas Escrituras y engendre tu Verbo en nosotros.
El Espíritu Santo levante el velo de nuestros ojos (2 Cor 3,12-16),
nos conduzca a la Verdad Completa (Jn 16,13) y nos dé inteligencia y perseverancia.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor,
quien sea bendito y alabado por los siglos de los siglos.
Amén.