Padre, a veces te creemos lejano, inalcalzable,
no te sentimos cerca, pareces ausente;
sin embargo, has roto la frontera que nos separaba,
Jesús es la escalera que une el cielo y la tierra,
el puente que une nuestras dos orillas,
la cuerda que nos sostiene en el ascenso hacia Ti.
Tú estás siempre a nuestro lado. Siempre.
Cuando los días son azules y las noches estrelladas,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando los días son grises y las noches oscuras,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando mi corazón sonríe, canta y baila,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando mis entrañas se retuercen de angustia,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando veo claro el camino a seguir,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando me pierdo en cada encrucijada,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando se cumple mi deseo y el éxito me sonríe,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando el fracaso me mira con su mueca burlona,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando el amor me rodea y me abraza,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando me hiere la incomprensión y la soledad,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando mi oración es un manantial de alegría,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Cuando de mis rezos sólo brota el aburrimiento,
Tú, Señor, estás cerca, y yo no lo sabía.
Gracias, Señor, por estar siempre cerca. Siempre.
Gracias, porque tú amor es más grande que mis sensaciones.
Dame una mirada de fe que sepa reconocerte
y un corazón agradecido para acogerte y amarte. Amén