domingo, 11 de octubre de 2015

Infúndenos de nuevo tu espíritu

Nos miras como Padre,
y nos ves tan incautos,
crédulos,
ingenuos,
inocentes,
cándidos,
timoratos,
pusilánimes,
ilusos,
pardillos,
y simples...
que no te reconoces
ni por dentro
ni por fuera.

Te duele que los hijos de las tinieblas
sean más sagaces que los de la luz.

Te avergüenza que justifiquemos nuestras torpezas
acudiendo a tu amor.

Te entristece nuestra falta de riesgo
cuando Tú has apostado por nosotros sin control.

Te sorprende el que aleguemos tu querer
para respaldar nuestras simplezas.

Te apena que apelemos a tu voluntad
para dejar a otros los negocios de este mundo.

Te hiere nuestra falta de responsabilidad
que busca refugio en tu confianza.

Te da risa tanta seriedad
que no revela ni cuestiona nada.

Te repugna el que nos las demos de intachables
y seamos esquiroles de tus planes.

Te aflige que seamos tan beatos
– tan farsantes –
que no aprovechemos el injusto dinero
para ganarnos amigos,
cuando somos tan poco claros y honrados
en los demás negocios
que llevamos entre manos.

Padre bueno y paciente,
infúndenos,
nuevamente,
¡tu espíritu y sangre!

Florentino Ulibarri