jueves, 8 de octubre de 2015

Me da miedo decir "si"

Me da miedo decir "si".
¿Adónde me acabaras llevando?
Me da miedo sacar la paja más larga,
me da miedo firmar la hoja en blanco,
me da miedo decir un "si" que traerá cola.

Y con todo no puedo vivir en paz,
Tú me sigues, me cercas por todos lados.
Y yo busco el ruido porque me da miedo oirte
pero Tú te deslizas en el menor silencio.
Yo cambio de camino cuando te veo venir
pero al fin de este nuevo sendero Tú me estas esperando.
¿Dónde me esconderé? En todas partes te encuentro:
¡No hay modo de escapar de Tí!

Y yo tengo miedo de decir "si", Señor.
Tengo miedo de darte la mano: te quedarías con ella.
Tengo miedo de cruzarme con tu mirada: eres un seductor.
Tengo miedo de tu exigencia: eres un Dios celoso.
Estoy acorralado, y trato de esconderme.
Estoy cautivo, pero me debato y lucho sabiéndome vencido.
Tú eres más fuerte, Señor, Tú posees el mundo y me lo quitas.

Cuando extiendo la mano para coger a una persona
o una cosa, todas se desvanecen delante de mis ojos.
Y no, no es agradable eso de no poder cogerse a nada para uno:
si corto una flor se me marchita entre los dedos,
si lanzo una carcajda se me hiela en los labios,
si danzo un vals me quedo jadeante y nervioso.
Y todo me parece vacío,
todo se me hace hueco.
En torno a mí Tú has hecho el desierto.
Y tengo hambre
y sed
y el mundo no podría alimentarme.

¡Pero si yo te amaba, Señor! ¿Qué es, entonces, lo que yo te he hecho?
Yo trabajaba por Tí, yo me entregaba.
Oh gran Dios terrible, ¿qué más quieres?

Hijo mío, Yo quiero más de tí y del mundo
Antes tú me dabas tu acción, y eso no me sirve para nada.
Tú me initabas a bendecirla, me invitabas a sostenerla,
querías interesarme en tu trabajo.
Pero fíjate bien, al hacerlo, hijo mío, tú invertías el juego.
Yo antes veía tu buena voluntad, te seguía con los ojos,
pero ahora quiero más:
no se trata de que tú hagas tu acción,
sino la voluntad de tu Padre del Cielo.
Di "si", hijo mío.

Necesito tu "si" como necesité antaño el de María
para venir al mundo,
porque soy Yo quien debe meterse en tu trabajo,
entrar en tu familia,
en tu barrio,
Yo, y no tú.
Porque es mi mirada la que penetra y no la tuya,
es mi palabra la que arrastra y no la tuya,
es mi vida la que transforma y no la tuya.
Dame todo, ponlo todo en mis manos.
Yo necesito tu "si" para desposarme contigo
y descender a la tierra,
necesito tu "si" para seguir salvando al mundo.

Oh, Señor, tus exigencias me dan miedo, pero
¿quién puede resistirse?
Para que tu reino llegue y no el mío,
para que se cumpla tu voluntad y no la mía,
ayúdame a decir "sí".

Michel Quoist