jueves, 15 de octubre de 2015

No me mueve el terror

Para serviros, Dios mío,
no me mueve el terror de vuestra mano arrojando rayos,
ni el horror del fuego del infierno ardiendo eternamente:

Tú me mueves, Dios mío, por ti mismo:
Tú, Jesucristo, atravesado, me atraes,
la Cruz me obliga, y me enciende,
oh Jesús; la sangre que brota de tus llagas.

Si no existiese el fuego del infierno y se quitase la esperanza de la gloria,
yo, sin embargo, oh Criador mío, prendado de vuestras bondades,
admirando vuestra sublime divinidad, santa y próbida, proseguiré en el amor ya comenzado.

A ti, Jesús, Hijo de Dios, a ti, Hijo de la Virgen, manso, fuerte, inocente,
que te dignaste morir por nosotros, que todo lo mereces, te amaré sin recompensa.

Oración de confianza atribuida a San Francisco Javier