domingo, 11 de octubre de 2015

Oh Dios, tú eres mi Dios

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo.
Por ti, que me llamas de nuevo a la existencia,
por tí, que animas mi vida y la despiertas.
Por tí, que abres mi corazón a la luz
y lo llamas a estar atento, vigilante.
Por ti, que me quieres presente, unificado,,
todo entero y en armonía.



Tengo sed de tí, de tu amor y lealtad.
Tengo sed de ti, de tu paz y perdón.
Tengo sed de ti, de tu pureza y alegría.
Tengo sed de ti, de tu fortaleza y bondad.
Mi carne tiene ansia de tí,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

Todo mi ser se abre a tu gracia
esperando el rocío de la mañana.
Toda mi vida tiende a Tí
esperando tu Vida sin termino.
Mi corazón, en mi interior, se alegra
viendo tu fuerza y tu gloria en mi.

Tú me das razón para existir.
Tu vida es el sentido de mi existencia.
Tu lealtad vale más que la vida.
tu amistad, más que todos los triunfos.
Quiero saciarme de tu presencia.
Quiero llenarme de tu Santo Espíritu.
Quiero sentirme en plenitud de tu gracia.

En el lecho me acuerdo de ti.
Tu estás despierto en noche.

Mi corazón se alegra contigo, Dios mío,
porque mi vida te pertenece.
Mi corazón se alegra contigo, Dios mío,
porque tu vida me pertenece.

Oh Dios, por ti estoy despierto,
por ti, me mantengo en pie, en vela,
por ti madrugo siempre que se hace tiniebla en mi vida,
por ti comienzo siempre, aunque me sienta cansado.
Oh Dios, tú eres mi Dios: ¡un Dios vivo!

Salmo 62. Adaptación