viernes, 18 de diciembre de 2015

El fariseo y la pecadora

Señor, muchas veces me parezco al fariseo del Evangelio. Juzgo y condeno con dureza a los demás. No soy agradecido contigo, porque en el fondo creo que no te debo nada, que gano con mi esfuerzo todo lo que tengo, que merezco todo lo que me das. Señor, perdona y cura mis ojos ciegos y mi corazón orgulloso y prepotente.

Señor, gracias porque, a veces, mi alma está llena de gratitud, como el de la mujer pecadora. Sé que no merezco el amor y el perdón recibido de ti, a manos llenas, y mi boca y mi vida cantan, agradecidas.

Señor, gracias por amarme y perdonarme sin medida. Dame un corazón semejante al tuyo, un corazón que no lleve cuenta de lo que da, un corazón más agradecido, un corazón siempre dispuesto a perdonar. Amén.