viernes, 18 de diciembre de 2015

Nos hundimos

Señor, ¿no te importa que nos hundamos?
Las olas son más grandes que nosotros:
las olas del miedo y la duda,
las olas de la tristeza y la desesperanza,
las olas del egoísmo y la indiferencia.
Tantas olas, Señor...

Señor, ¿no te importa que se hundan tus hijos más débiles?
¡Tan poco te importa el sufrimiento de los inocentes!
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué te callas, Dios, por qué te callas
delante de la injusticia, las guerras y las calamidades?

Pero, a pesar de todas las apariencias,
Tú estás con nosotros y con los que más sufren.
Tu amor es más poderoso que los olas más grandes.
Tu presencia pacifica nuestro corazón temeroso.
Tu cercanía nos da fuerza buscar la justicia y la paz.
Tu palabra nos asegura que al final vencerá la vida.