viernes, 18 de diciembre de 2015

Página en blanco

Señor, otra vez bajo mi mano un papel blanco.
Conforme escribo parece que va naciendo la vida,
cada vez más intensa.

Sobre la vida en blanco que me has dado,
voy escribiendo cada segundo mi pensar, mi sentir, mi vivir
como mensaje de luz o tinieblas,
como canto o grito, como sonrisa o llanto.

Mi vida es una página. Cada letra es mi firma.
Señor en el papel llego a ver también a los demás,
a miles de rostros, familiares unos y anónimos muchos más,
con gestos que a veces me imagino al mirar y mirarse en mi página.

Yo sé, Señor, que para ti todas nuestras páginas
son sumamente interesantes.
Yo sé que guardas fotocopia de todas como si fueran obras de arte.
Las guardas como la foto del hijo.

Para ti, la papelera no existe, porque para ti, que nos amas,
cada escrito, por sucio y de poca calidad que parezca,
es una reliquia.

Al final de esta página algunos, los listos y sabios me dirán:
"Has emborronado una página".
Los sencillos probablemente digan:
"Gracias, porque has puesto corazón en esas líneas que dan luz y calor".
Mis amigos dirán:
"Gracias, ya tengo algo más de tu vida".
Y tú, Señor, sé que dirás:
"Esta página la guardo junto al corazón
porque la hemos escrito entre los dos,
y, gracias porque me has dejado escribir esto
en la página de tu vida".

Quiero ser siempre página en blanco.
Escribe lo que quieras, Señor.
Tu pluma no araña, sino acaricia.

O si prefieres, Señor, escribamos entre los dos,
guía tú mis dedos.
Seguro que la página de mi vida se entiende mucho mejor.