domingo, 13 de diciembre de 2015

Vuestra tristeza se convertirá en alegría

Señor, a veces me toca llorar y lamentarme, mientras alrededor me parece que el mundo se divierte, que cuantos me rodean tiene motivos para la alegría.

A veces estoy triste, me pesan tus palabras, me falla el amor o me falta tu justicia. Pero confío en tu promesa. Sé que mi tristeza se convertirá en alegría.

Como la mujer, que va a dar a luz y está preocupada antes del parto, pero cuando ha nacido su bebé, ya no se acuerda del temor y, al tener a su hijo en brazos, no puede contener la alegría.

Como el niño que espera, con desasosiego, un regalo que no termina de llegar, pero, cuando al fin lo tiene, se entrega al juego con júbilo.

Como el hombre que no encuentra trabajo y pelea con el desaliento, pero cuando llega el día en el que consigue un contrato es el más feliz del mundo.

Como el enfermo que recibe un diagnóstico liberador. Como el enamorado que se atreve a declararse, y descubre por fin que su amor es correspondido.

Yo a veces estoy triste, pero luego, de maneras inesperadas, me vuelves a visitar, y me llenas de una alegría que nadie me puede quitar.