domingo, 24 de enero de 2016

Bodas de Caná

Dios es es un agua-fiestas. Todo lo contrario. Dios convierte el agua en vino. Dios es ALEGRÍA

Que no se pierda un brote de alegría,
que siempre en nuestras vidas haya algo que celebrar,
que no se acabe el vino de la fiesta,
que las inolvidables canciones nunca dejen de sonar.
Pues la vida, para Dios, es una boda
en la que quiere unir a todos sin final.



Vengan mayores y niños, acérquense los que están lejos,
rían los tristes, coman sin vergüenza los hambrientos.
Que en las bodas de Dios no hay invitados,
pues todos somos familia y unos de otros hermanos.
Ya no importa quien se case, pues Dios quiere prender en todos
esa chispa del amor más suyo, sin gusto por los buenos y los sanos
Y amante del enfermo y del más malo.

Quisiera como Tú, Señor, estar siempre atento, e inyectar más amor
al que más solo vive, al que ya no se quiere, o que ya no confía.
Quisiera como Tú rellenar de proyectos la maleta vacía de quien vive sin ganas,
y cambiar en dulzura ¡tanta y tanta amargura humana!
Porque la vida no es un valle de lágrimas, es un tesoro encontrado
que solo lo gana el que ofrece y que solo lo pierde el que guarda.

(Seve Lázaro, sj)