Señor, te damos gracias por la Virgen María.
María es bendita por Jesús, el fruto de su vientre.
También nosotros somos benditos y afortunados,
porque podemos recibirte en el corazón, en la Comunión.
¿Quién soy yo, Señor, para que me hables y me escuches;
para que me ayudes y me salves de mis angustias,
para tener como madre a la Virgen María?
No soy nadie, pero Tú has querido hacerme hijo tuyo y me amas.
Dichosa María, porque ha creído, porque se ha fiado de Ti.
Tú nos has prometido acompañarnos en nuestro caminar,
y acogernos, algún día, en tu casa del cielo.
Aumenta nuestra fe, Señor, en ti y en tu palabra.