jueves, 5 de mayo de 2016

Con autoridad

Tu autoridad, Señor,
está en el servicio gratuito,
en el saludo siempre amable,
en estar atento al que llega, al que no llega
y al que no se le oye ni se le ve.

Tu autoridad, Señor,
está en la cercanía con la que hablas,
la claridad y sencillez de tus palabras,
en el trato afable y fraterno,
en el respeto con el que miras, mimas y amas.

Tu autoridad, señor,
está en tu corazón, en tus gestos,
en tus acciones milagrosas,
en tus palabras de esperanza.
Está en abajarte, en hacerte uno de nosotros,
en comprometerte hasta el final con nuestra vida,
en ser fiel a las promesas del Padre.

Tu autoridad, Señor,
no está en las leyes,
ni en los mandamientos,
ni en gritar más que los demás,
ni en parecer más fuerte y más veraz que los demás…
tu autoridad es la del que se sabe confiado en el amor
y en el amor profeta, testigo y hermano.

Gracias, Señor,
por mostrarme que la autoridad
no tiene nada que ver con el poder,
sino con la felicidad que no puede quedarse uno para sí
sino compartirla por doquier.
Gracias, Señor.