Te doy gracias, Señor,
porque me permites entrar
en este itinerario de oración y comunión
con todos los hermanos.
Guíanos tú, Padre, en este camino;
pon en nuestra boca las palabras verdaderas;
pon en nuestro corazón los sentimientos verdaderos;
pon en nuestras manos,
en nuestros cuerpos, los gestos verdaderos.
No permitas que nada en nosotros
sea artificial o forzado;
haz crecer en nosotros la espontaneidad
y la verdad del servicio.
Sostén nuestra debilidad;
conforma nuestra fragilidad;
reúne nuestros pensamientos,
nuestros sentimientos, dispersos;
recoge nuestras energías
que vagan atraídas por mil temores,
por mil deseos, por mil miedos:
recógelas en la unidad
que es tu hijo Jesucristo.
Padre, muéstranos a tu Hijo.