lunes, 2 de mayo de 2016

En el centro de la historia

Te hemos visto, Jesús,
en el centro de la historia.
Más profundo que el político
más humano que el guerrillero.

Con tu huella imborrable
las conciencias se sinceran
y nuestro deseo de cambiar
acrecienta su firmeza.

¿Quién duda entre la niebla
cuando tú eres luz?
¿Quién pierde el camino
cuando tu eres guía?

Hombres con trajes lujosos
y mujeres sofisticadas
se pierden entre los balances
y desconocen el camino.

Se reunen para hacer planes
y aumentar sus ganancias.
Alardean de sus  triunfos
y de sus almas vacías.

Pero el Señor está vivo
y presente en la historia.
Da sentido a la existencia
y alimenta nuestra esperanza.

Quien cree en el resucitado
no se paraliza ante el recuerdo
de algo que sucedió
sino que nace de nuevo.

Tú, señor, no te ausentes.
Danos fuerza para avanzar.
Líbranos del pesimismo
y llénanos de esperanza.

Denuncia las ideologías
que bendicen la injusticia.
Frena a las organizaciones económicas
que dañan a la persona.

Y ayuda a la comunidad
para que impulse el compromiso.
Nuestros actos, Señor,
serán tu alabanza.

¡Alabemos al Señor,
hombres y mujeres de buena voluntad!...
¡Vivamos como Jesús
y pongamos en práctica el evangelio!

Es la solución
para salir del abismo
y ver el futuro
lleno de luz.

La gran fiesta ha comenzado.
Está aquí el reino de Dios.
Rompemos nuestro miedo
y todo cambia.