Te doy las gracias, Dios, con María,
la mujer sencilla
que pasó toda su vida
al servicio de la alegría.
Te doy las gracias
por la vida y la ilusión que vive en mí:
porque vivo en estos momentos
tan importantes de la Historia
y voy forjando el futuro del mundo
con mi trabajo, esfuerzo y alegría.
Ayúdame a librarme de mí misma
y de todas mis esclavitudes:
de mis chismes y rencores,
de mi orgullo y egoísmo,
de mis comodidades y mentiras,
de los cansancios y rutinas.
Así, también yo podré luchar
contra toda injusticia y esclavitud
que oprime a mis hermanos.
Así, también yo podré vivir hoy y siempre
al servicio de la alegría de los otros.