viernes, 6 de mayo de 2016

Manos nuevas

Vengo a tu casa y taller,
de artesano y alfarero,
en busca de unas manos nuevas.

Éstas que tengo y ves ya no sirven
para lo que Tú me sugieres y propones
ni para lo que yo siento y te prometo.

Quiero saber si pasando por tu casa y taller
puedo recuperar la movilidad de mis dedos
y el tacto y sensibilidad ante la vida.

Quiero saber si puedo empezar otra vez,
trabajar otra vez,
abrazar, acariciar, acoger, otra vez.

Quiero tocar, como Tú nos tocaste y tocas,
el mundo, los cuerpos, las campanas,
las raíces, las rosas, los surcos,
los rostros y los sueños...

Quiero que mis manos sirvan para recrear
la madera, los metales, la tierra;
para construir casas, jardines y caminos,
y pulsar las teclas que despiertan y crean melodía.

Pero, sobre todo, quiero tener manos sensibles
al viento y al polvo del sello triturado
de nuestra pobre eternidad terrestre.

Y éstas que tengo y ves, Padre,
ya no me sirven.
Dame unas manos nuevas, Alfarero
de mis brazos y mis sueños.