Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo,
a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y me llamas,
como llamaste a Pedro,
un pescador sencillo, apasionado, bravucón,
que se creía más fuerte que sus compañeros.
Cuentas conmigo y me llamas,
Como llamaste a Pablo,
Un fariseo inteligente, fanático, intransigente,
que quería acabar con los que no pensaban como él.
Te doy gracias por Pedro
y por todas las personas que son piedra
en la que se apoya nuestra vida y nuestra fe.
Te doy gracias por Pablo
y por todas las personas que comparten
la alegría y la novedad de la fe cristiana.
Te doy gracias porque cambiaste el corazón de Pedro.
Gracias a tu perdón, Pedro lloró sus pecados
se hizo más humilde y se dejó guiar por ti.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios
y descubrió que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que sepa acercarme cada día a Ti,
para que puedas acabar la obra que has comenzado en mí
y sepa contagiar la alegría de sentirme amado por Ti.