Te cantamos con el corazón agradecido
porque, una vez más, te manifiestas
en medio de nuestra historia
y de nuestras vidas.
Te damos gracias
porque, en el mundo que nace cada día,
tu Espíritu vuelve a engendrar vida,
con el cansancio fecundo de nuestro trabajo,
y con la monotonía de las tareas.
Estamos convencidos de que cada día
nos acompañas en el diario esfuerzo
en la construcción de la Iglesia,
en la vida de nuestras parroquias y grupos
y en nuestros lugares de trabajo,
de compromiso y de convivencia.
Gracias, Padre, porque te has propuesto
y nos propones,
la realización de tu Reino,
por tu acción liberadora
y nuestra acogida y anuncio
de la Buena Noticia.
Concédenos a nosotros,
como a todos los cristianos y cristianos
crecer en la experiencia
de tu amor gratuito,
desde la experiencia
de nuestra fragilidad.
Danos esperanza en tu Proyecto
y fidelidad en seguir tus deseos,
para ser instrumentos,
útiles y felices, en tus manos.