viernes, 6 de mayo de 2016

Tu palabra más sencilla

Volvería yo a respirar con tu "palabra más sencilla", que no lo diga todo, pero sí algo inteligible para mí. Debes hacer una palabra humana de tu palabra, y ésta decírmela a mí, porque una palabra así yo la podría entender. No digas todo lo que Tú eres en tu infinitud, di solamente que me amas. Dime tan solo que eres bueno para mí. Dilo en mi lenguaje, donde no tenga yo que temer que la palabra del amor oculte otra cosa en sí que tu bondad y tu suave misericordia.

¡Oh Dios infinito, quisiste decirme tal palabra! Mandaste al mar de tu infinitud que no anegara el pobre y pequeño reducto en el cual se encierra la limitada parcela de mi vida. De tu mar solamente debía venir el rocío de tu suavidad sobre mi exiguo campo.

En palabras humanas viniste a mí, porque Tú, infinito, eres el Dios de Jesús. Él nos habló en palabras humanas, y ya no habrá nada en la palabra del amor que yo pudiera temer, porque cuando él dice que nos ama y que tú nos amas en él, entonces proviene esta palabra de un corazón de hombre. Y en un corazón de hombre tal palabra solo tiene un significado, solo un significado bienhechor. Si este corazón humano nos ama, entonces mi corazón se apacigua.

Y Jesús realmente me dijo que me ama, y su palabra ha surgido de su corazón de hombre.

K. Rahner