sábado, 22 de abril de 2017

Santificado, Padre del cielo

Padre nuestro, que estás en la tierra,
Tú estás vivo en mi corazón,
habitas en lo más hondo de cada persona.
Has dejado tu huella en el universo,
en los animales, las plantas y en cada piedra.

Pero Tú, Padre, estás en el cielo.
Tú eres más, mucho mucho más,
más grande que nuestra inteligencia,
más profundo que nuestro corazón,
más extenso que todo el universo.

Por eso, buscarte, encontrarte y amarte
es la mayor aventura de la vida;
porque nunca te encontramos del todo,
siempre nos esperan nuevas sorpresas
y siempre podemos amarte un poco más.

Queremos respetar y santificar tu nombre.
Ayúdanos a derribar becerros de oro,
a quitar de los labios y del alma
todas esas visiones reducidas de Ti
que tanto usamos y abusamos.

Señor, Tú eres santo, santo, santo;
bueno, bueno, bueno, como el pan;
bello como un amanecer, bello, bello;
Tú eres la fuente de toda santidad,
de toda bondad, de toda belleza.

Que nos dejemos santificar por ti,
en la oración y el trabajo de cada día,
para  nuestra vida proclame
que amarte y seguir es lo mejor
que nos ha podido pasar en esta vida.