jueves, 21 de marzo de 2019

Silencio y solidaridad

Ay de ti si tu vida se va diluyendo entre las prisas y los agobios.
Ay de ti si vives con los ojos cerrados a tantos milagros cotidianos.
Ay de ti si dices que me amas y luego solo te buscas a ti mismo. Ay de ti si miras para otro lado cuando te encuentras un hermano caído en el camino.
Ay de ti si acumulas y acaparas sin freno, y te olvidas de compartir con los pobres.

Pero…
Dichoso tú si en medio de las prisas y los agobios percibes mi presencia de paz.
Dichoso tú si en cada rincón de tu existencia ves un milagro de mi mano.
Dichoso tú si cuando dices que me amas haces verdad este amor sirviendo a los más débiles.
Dichoso tú si vives con ojos abiertos y manos extendidas ante los descartados de la tierra.
Dichoso tú si tu alegría te lleva a desprenderte de algo de lo que acumulas para que otros puedan gozar de una vida más digna.

Fermín Negre

miércoles, 13 de marzo de 2019

Oración en el tren

No me gustan las aglomeraciones, Señor, pero disfruto al coger el tren a primera hora de la mañana.

Miro a las personas que me rodean: más jóvenes y más mayores; alegres y unos pocos sonrientes; italianos y extranjeros; leyendo, durmiendo o esperando un «te quiero» o una buena noticia en la pantalla del teléfono móvil...

El tren es un gran río de personas madrugadoras, que van a trabajar o a buscar trabajo, a estudiar, a ganar el pan para sus familias... Quizá haya alguno con malas ideas y -sin quizá- todos meteremos la pata al menos siete veces a lo largo de la jornada.... Pero, aún así, el tren es un río de buenas intenciones.

Aunque no conozco a nadie, Señor, son tus hijas e hijos, mis hermanas y hermanos. Con ellos rezo a gusto; por ellos y los suyos te pido con confianza; por sus buenas voluntades te doy gracias. Y así, con el traqueteo del tren, se duermen las preocupaciones y despierta la esperanza. 


¡Buenos días, Señor!