sábado, 9 de mayo de 2020

Coronavirus. Personas luminosas

Señor, desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Están vacías nuestras plazas, calles y jardines. La preocupación se deja sentir en palabras, gestos y miradas.

Pero nos animan tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas.

Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show; pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas...  y tantos hombres y mujeres, que han comprendido que nadie se salva solo.

Cuánta gente, cada día, demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico, sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar esta crisis, readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.

Gracias, Padre, por tantas personas que llenan de luz este momento de oscuridad.

Ayúdame, ayúdanos a todos a seguir su ejemplo; a despertar y a activar esta solidaridad y esta esperanza capaz de dar fuerza, consuelo y sentido en estas horas difíciles.

Plegaria inspirada en la homilía de ayer del Papa Francisco.