sábado, 9 de mayo de 2020

Entre lágrimas y esperanzas

Señor Jesús, conoces bien nuestro dolor,
la pena que provocan las ausencias y la soledad,
el miedo por contagiar o por ser contagiados,
la impotencia de no saber cómo echar una mano,
la inquietud ante el futuro que nos espera…

Conoces el sufrimiento de todos tus hijos e hijas.
Para muchos, el Viernes Santo no ha terminado.
Tu cruz sigue siendo una realidad actual, muy presente…
en los pueblos castigados por la guerra, el hambre, las injusticias..
en tantas personas, más acostumbradas a sufrir que a gozar.

Señor, Jesús, sabemos que Tú estás siempre a nuestro lado.
Ayúdanos a descubrirte y a recibir tu consuelo y tu paz.
Que no nos encerremos en el dolor o en el bienestar,
que nuestro corazón esté abierto a los menos afortunados
y sepamos compartir las lágrimas de los que lloran.

Sufrimos y lloramos, pero nuestras lágrimas son pasajeras.
Sabemos que Tú has resucitado de entre los muertos
y que la resurrección es una fuerza imparable,
que convierte el mal en bien, la muerte en vida,
y nos va transformando en mujeres y hombres nuevos.

Reconocemos la presencia del Espíritu en muchas personas,
creyentes y no creyentes; niños, jóvenes, adultos y ancianos,
que arriesgan su salud y su vida por el bien de todos,
que inventan nuevas formas de cercanía y amor,
que defienden, con palabras y obras, a los últimos.

También sabemos que esta vida, tan bonita y, a la vez, tan injusta,
desembocará en el mar de la vida auténtica, plenamente feliz;
donde nadie estará triste, ni tendrá que llorar,
gozaremos continuamente de tu amor de padre y de madre,
y disfrutaremos de la alegría de la perfecta fraternidad.

Por compartir nuestras lágrimas, gracias, Jesús.
Por alentar nuestra esperanza, gracias Jesús.