sábado, 9 de mayo de 2020

Escultores de nosotros mismos

Te doy gracias, Señor, por el regalo precioso de la libertad.
por darnos la oportunidad de construir nuestro propio futuro.

Aunque a veces no somos conscientes, somos libres:
libres para elegir entre el bien y el mal, entre el bien y lo mejor;
libres para afrontar de una manera u otra tantas situaciones impuestas;
libres para embellecer o estropear nuestra personalidad;
libres para mejorar, dañar o destruir la vida de los demás;
libres para construir una sociedad más fraterna o más injusta;
libres para tantas cosas...

Sin embargo, a veces, actúo como un autómata, sin pensar ni decidir;
me dejo llevar por lo que me apetece, sin darme cuenta de las consecuencias;
sigo la corriente de la mayoría, aunque no me aporte nada.
Y así, poco a poco, mi libertad se reduce al mínimo,
porque los caprichos y las modas recortan las alas de la libertad.
Perdóname, Señor, y ayúdame a recuperar espacios de libertad.

Ayúdame a utilizar la herramienta de la libertad
con la destreza y el tesón del escultor o del pintor,
quienes, golpe a golpe, trazo a trazo, crean obras maestras.
Que sepa elegir cada día las palabras y las acciones más adecuadas,
que me alimente de las lecturas y las experiencias más oportunas,
para esculpirme una personalidad abierta, solidaria, madura…
para construir un mundo más bello para todos.