domingo, 4 de febrero de 2018

Libres, también de los aplausos

Jesús, queremos seguir tus huellas,
queremos aprender a ser mujeres y hombres libres.

Supiste disfrutar de la amistad con Marta, María y Lázaro.
Tu corazón rebosaba alegría en tantos momentos:
al ver la generosidad de una viuda pobre
con la fe de una mujer cananea, extranjera,
ante el amor de tantos samaritanos, prójimos de quien sufre,
en los momentos de oración, de intimidad con el Padre
al contemplar cómo la gente sencilla acoge el Evangelio...
Disfrutaste en tantos momentos y con tantas personas.
Ayúdanos a gozar cada detalle de amor y de belleza.

Pero tu camino no se detuvo ante el miedo
y seguiste adelante, a pesar de las amenazas.
Tampoco te dejaste robar el corazón por el éxito,
cuando hubiera sido más fácil dejarte querer.
No dejaste que la pereza echara raíces en tu corazón
y no buscaste otra cosa que cumplir la voluntad de Padre.
¡Cuánto me gustaría ser tan libre como tú, Jesús!
Libérame del miedo, la pereza, los aplausos, el dinero.
Qué tu amor, tu luz y tu fuerza me ayuden a ser libre.