lunes, 19 de marzo de 2018

Por el Papa y por la Iglesia

Padre Bueno,
que siempre escuchas el clamor de tu pueblo,
te pedimos por nuestro pastor, el papa Francisco.
Sigue dándole fuerzas con tu Espíritu,
para que, unido a los obispos pastores
de todas las iglesias diocesanas del mundo,
guíe la vida de los cristianos
por las huellas del camino de Jesús.

En el espíritu de san Francisco de Asís, Señor,
te pedimos ser una Iglesia pobre y fraterna,
que se renueve cada día para ser más fiel al Evangelio,
con un corazón abierto a las personas que sufren,
a las que no tienen lugar y son excluidas,
a las que dejan su tierra como migrantes,
a las enfermos de toda dolencia,
a las que padecen violencia en sus casas y en su trabajo,
a los niños, jóvenes y mayores víctimas de la injusticia,
que mueren a causa de la guerra, el hambre, las drogas...
Enséñanos a ver tu rostro sufriente en estas personas,
y a dar muestras concretas de un amor que haga crecer la vida.

Queremos ser, con el papa Francisco,
con nuestros obispos pastores,
con todas las comunidades cristianas,
una Iglesia sencilla y servidora,
que anuncie con alegría el Evangelio de Jesús,
que ame y cuide la naturaleza y la Tierra, casa de todos,
que trabaje junto a otros para hacer un mundo de hermanos,
que se alegre con María, nuestra Madre,
y con Ella se haga fuerte en la fe y la esperanza,
porque para Dios “no hay nada imposible”.
Amén.

San José, número dos

Enséñanos, José,
cómo se es no protagonista,
cómo se trabaja sin exhibirse,
cómo se avanza sin pisotear,
cómo se colabora sin manejar,
como se obedece a Dios sin desconfiar,
cómo se ama sin reclamar.

Dinos, José,
cómo se vive siendo número dos... o tres,
cómo se hacen cosas formidables
desde un segundo puesto.
Convéncenos de que se puede y debe
ser útil, fiel, efectivo, hasta héroe,
siendo "no importante".

Explícanos, José,
cómo se es grande sin exhibirse,
cómo se lucha sin aplausos,
cómo se avanza sin publicidad,
cómo se persevera sin esperar homenajes,
cómo se alcanza la gloria desde el silencio,

Enséñanos, en fin, José,
a darlo todo, sin recatear,
a sentir, en este estilo de vida,
la paz y la felicidad más profundas.
¡Enséñanos, José!