martes, 7 de noviembre de 2023

De mil maneras escapé de tu amor

 Señor, me he dejado engañar,
de mil maneras escapé de tu amor.
Pero he dado un pequeño paso hacia Ti
y te descubro con los brazos abiertos,
esperándome.

Aquí estoy, otra vez a tu lado,
para pedirte perdón,
para renovar mi alianza contigo.
Te necesito.
Rescátame de nuevo, Señor,
acéptame una vez más
entre tus brazos redentores.

Gracias, Señor, por tu amor infinito,
porque no te cansas de perdonarme.
Me cargas sobre tus hombros una y otra vez.
me permites levantar la cabeza
me devuelves la alegría perdida
y vuelvo a empezar con esperanza.

Cf. Evangelii Gaudium 3

viernes, 3 de noviembre de 2023

Para que la levadura fermente la masa, ¡cuánto trabajo es necesario!

 

Para que la levadura fermente la masa, ¡cuánto trabajo es necesario! Muchas personas tienen que esforzarse para que el grano se transforme en espiga, las espigas en harina, la harina en masa…
Pero todas estas tareas serían inútiles si tú no hicieras germinar los granos, crecer las espigas y fermentar la masa. Tu trabajo, Señor, silencioso y eficaz, es imprescindible.
En el Reino de Dios también es necesario nuestro esfuerzo diario. Hay que sembrar simientes de paz, de amor, de confianza, de esperanza, de justicia… Hay que regar y cuidar, hasta poder cosechar.
Pero de poco serviría nuestro trabajo, si tú no prepararas los corazones, sostuvieras los compromisos y alentases la esperanza cuando todo nos empuje a desesperar…
Tu Reino, regalo tuyo y tarea nuestra. Gracias por dejarnos colaborar contigo en la construcción de tu Reino de fraternidad. Amén.

Señor, ¡cómo nos duele la muerte de los nuestros!

 Señor, ¡cómo nos duele la muerte de los nuestros!

En esos momentos, nos cuesta descubrirte a nuestro lado.
A veces incluso nos alejamos de Ti.
Señor, que tengamos la confianza de Marta,
para decirte, sin rebozos, lo que sentimos,
para contarte nuestra tristeza y nuestra decepción.
Sólo así podremos darte la oportunidad de ayudarnos,
de sentir tu cercanía y escuchar tu Palabra
que nos consuela y nos ayuda a mirar más allá de la muerte.
La muerte nos duele, nos duele mucho, Señor,
pero a tu lado podemos afrontarla con esperanza.
Contigo, la muerte es una puerta, un paso,
que nos conduce al Padre, al Amor de los amores,
a la fraternidad sin límites que tanto deseamos.
Amén.

A quienes se la juegan por los demás

 

Señor, a veces nos aplauden por hacer el bien,
pueden darnos incluso el premio al mejor voluntario.
En otros momentos podemos ser castigado por hacer el bien:
se critica a quienes defienden los derechos de los últimos,
no se tolera a las personas que dicen verdades incómodas,
se aparta a quienes se salen de las costumbres de la mayoría...
Señor, que busque ante todo el bien de los que sufren
y sepa apoyar a quienes se la juegan por los demás,
aunque sea incomprendido, criticado o apartado.
Que sepa amar y servir, como Tú y Contigo.
Amén.

jueves, 7 de septiembre de 2023

Por la toma de conciencia y los proyectos de cambio

 

Gracias, Dios Padre Bueno, por el amor que nos tienes; porque nos has creado mujeres y hombres, todos a tu imagen y semejanza. Gracias, Padre Bueno, por la mujer y su misión en la comunidad humana. 
 
Gracias, Padre Bueno, por la toma de conciencia y los proyectos de cambio que están surgiendo, en pos de ese mundo más justo, fraterno e igualitario, que Tú quieres, para todos los hombres y mujeres de la Tierra. 
 
Gracias, Padre Bueno, porque nos das tu Espíritu para que nos sepamos comprender, valorar y ayudar, y de este modo, en la relación, amable y positiva, colaboremos juntos al servicio de la familia, de la vida, del Reino. 
 
Gracias María, Madre Buena, Esposa y Mujer llena de fe, humilde y valiente en tu SÍ al Plan de Salvación, porque intercedes por nosotros, mujeres y hombres de esta generación. Tú nos acompañas, nos sostienes y conduces a Jesús, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén

Tengo demasiado

 

Me pregunto: ¿cuáles son las riquezas (de cualquier tipo) que me impiden entrar en comunión con Dios y con los hermanos?
 
Tengo demasiadas cosas, Señor,
que quiero compartir con más generosidad,
para amarte y para amar más y mejor.
 
Tengo demasiados prejuicios, Señor,
y quiero abrirme a una verdad más grande,
para conocerte y conocer mejor a las personas.
 
Tengo demasiados apegos, Señor,
y quiero liberarme de ellos,
para vivir con más libertad y confianza.
 
Tengo demasiados miedos, Señor,
y quiero reconocerlos y superarlos,
para disfrutar la aventura de amar como Tú y Contigo.
 
Contigo puedo seguir creciendo, Señor.
Amén.

Os espero

 

Vine a los míos y los míos no me recibieron.
Me hice como uno de ellos y no me conocieron.
 
Busqué nuevas formas de presencia:
me prolongué en signos visibles,
me quedé en sus templos y en sus casas,
quise estar en el centro de sus encuentros,
pero ellos apenas se dan cuenta.
 
Me encarné en el pobre y en el que sufre;
quise hacerme presente en sus debilidades:
curar, compartir, acompañar, servir,
ser testigo firme de toda vida, aún de la más débil;
pero ellos se van por otros caminos.
 
Me ofrecí como alimento –sabroso pan y dulce vino–
pero el banquete les parece insípido y triste.
Me hice palabra buena y nueva,
y ellos la amordazan con leyes y normas.
Les descubrí los manantiales de agua viva,
y vuelven a las pozas y charcas contaminadas.
 
Tengo cada día una cosecha generosa
de dones y gracias que quiero repartir,
pero nadie la solicita, y me quedo con mis dones.
 ¡No hay dolor mayor que no poder darse a quien se quiere!
 
Tal vez equivoqué la estrategia.
Si me hubiera quedado en un lugar solamente,
seguro que todos irían a buscarme y a pedirme.
¡Me tienen al alcance de la mano,
pero ellos prefieren ir a encontrarme
a oscuros y estériles rincones!
 
A pesar de todo, renuevo mi presencia.
Me quedo con vosotros.
Me quedo en el centro de vuestra vida.
No me busquéis lejos.
Buscadme en lo más profundo de vuestro ser,
en lo más querido de vuestros anhelos,
en lo más importante de vuestras tareas,
en lo más cálido de vuestros encuentros,
en lo más claro de vuestra historia.
Buscadme en el dolor y en la alegría,
siempre en la esperanza y en la vida.
 
Os espero.
 
Florentino Ulibarri

Amar el silencio

 

Tú Jesús, que te retirabas a lugares solitarios
y rezabas al Padre en quietud de la noche,
ayúdame a buscar y a amar el silencio,
enséñame a escucharte, a escucharme, a escuchar,
lejos de los ruidos que están fuera y dentro de mí.
 
Háblame, Señor, con tu infinita dulzura,
incluso si no puedo escuchar tus palabras.
No te rindas y sigue hablándome,
hasta que se abran mis oídos y mi corazón.
 
Enséñame a escucharte,
en cada estremecimiento del corazón,
en un pensamiento repentino.
en la voz de un amigo, un hermano, un extraño...
 
Te doy gracias, Jesús,
porque en cada acontecimiento y en cada persona
me indicas la dirección de la felicidad más grande.
el camino en el que podré amar más y mejor. Amén.

jueves, 27 de julio de 2023

Tus caminos

 

Por los caminos del mundo
has pasado diciendo la verdad.
Por los caminos de la tierra
Tú has sido peregrino y mensajero del Padre.
Por los caminos de la historia
Tú has estado atento a los signos de los tiempos.
Por los caminos de los pobres
Tú has hecho la voluntad del Padre.
Por los caminos de Dios
Tú has ido al encuentro de todos,
hijos y marginados.
Por los caminos de la periferia
Tú has anunciado la Buena Noticia.
Por los caminos de los hermanos
Tú has hecho el camino hacia el Padre.
Por los caminos de la vida
Tú mismo has hecho tu propio camino.
Por tus caminos, llévame, Señor.
 
Florentino Ulibarri

Nos abramos al don de tu amor

 

Gracias, Señor, por el regalo del matrimonio.
Que todas las parejas se abran al don de tu amor, para que puedan crecer en entrega mutua, en felicidad y fidelidad.
 
Gracias, Señor, por el don del sacerdocio.
Que todos los sacerdotes se abran al don de tu amor, para que su ministerio sea fuente de santificación para todos los bautizados y para ellos mismos.
 
Gracias, Señor, por el don de la vida consagrada.
Que se abran al don de tu amor todos los hombres y mujeres que entregan su vida entera a la oración, a los pobres y en tantas otras misiones... para que sean un signo luminoso de la vida fraterna que nos espera junto a Ti.
 
Gracias, Señor, por el regalo de la vida cristiana. Que todos tus hijas e hijos nos abramos al don de tu ternura y tu perdón, para que seamos felices acogiendo y compartiendo tu amor. Amén.

Nada es imposible para ti

¿Por qué tengo miedo,

si nada es imposible para ti?
 
¿Por qué tengo tristeza,
si nada es imposible para ti?
Nada es imposible para ti.
Nada es imposible para ti.
 
¿Por qué tengo dudas,
si nada es imposible para ti?
 
Enséñame a amar,
porque nada es imposible para ti.
Enséñame a perdonar,
porque nada es imposible para ti.
Nada es imposible para ti.
Nada es imposible para ti.
 
Tú te hiciste hombre,
porque nada es imposible para ti.
 
Tú venciste a la muerte,
porque nada es imposible para ti.
Tú estás entre nosotros,
porque nada es imposible para ti.
Nada es imposible para ti.
Nada es imposible para ti.
 
¿Por qué tengo miedo,
si nada es imposible para ti?
Nada es imposible para ti.
Nada es imposible para ti.

Lo más importante es amar

 

Gracias, Señor, por recordarnos lo esencial de la vida:
lo más importante es amarte, amarnos, amar.
Sin amor, el esfuerzo, la fe, el éxito, no nos hacen felices.
 
Y para poder dar amor, hemos de recibir amor;
porque nadie da de lo que no tiene;
porque sabernos amados es una necesidad vital.
 
Danos un corazón abierto, de par en par,
para acoger el amor que Tú nos das de mil formas,
para amarte en todo y por encima de todo,
para amar a cada persona, como Tú y Contigo. Amén.

miércoles, 26 de julio de 2023

En los últimos puestos

 

Te acusaban de comer con cualquiera.
Corruptos, pecadoras públicas, extranjeras
se sentaban a tu mesa
y les acogías con ternura.
Cómo molestaba eso a quienes se creían puros.
Cómo te molesta que hoy tantas personas
se sientan rechazadas en nuestras comunidades.
Te sientas el último
para acoger a quien llega al final, con vergüenza.
Tu identidad divina nunca fue barrera,
siempre fuerza de salvación.
Rompías los protocolos de pureza y honor
para que nadie se quedara fuera.
Ayúdanos a ser como tú
que en nuestra mesa no falten los pobres
las excluidas, los abandonados,
que no olvidemos que nos esperas en los últimos puestos.
(Javi Montes, sj)

¡Cuántas veces hago cosas para no quedar mal!

 

Señor, ¡cuántas veces hago cosas para no quedar mal!
Imagino lo que piensan y esperan los demás
y hago lo que creo que les va a agradar,
aún en contra de mis convicciones.
Creo que así voy a ser reconocido y querido.
 
Pero, cuando me quedo a solas, conmigo y contigo,
¡cuánto lamento actuar así!
He hecho daño a personas inocentes, como Juan,
los demás no quedan contentos y mi conciencia me acusa.
 
Señor, ayúdame a aprender la lección:
a escuchar a los demás, sin ser esclavo de sus opiniones,
a defender la verdad y a reconocer mis errores,
a buscar el bien de las personas, aunque me critiquen;
a procurar sólo tu gloria y no la mía. Amén.

Cura mi sensibilidad

 

Señor, lo reconozco, a veces captan mi atención las series de aventuras, los videos de gatitos o de cabritillos, la vida privada de los demás reflejada en facebook o en Instagram, los reportajes de ropa o de zapatos, las gestas deportivas, las noticias curiosas de los medios de comunicación… ¡Cuántas cosas absurdas! ¡Cuánto tiempo perdido en actividades que entretienen, pero no aportan casi nada!
 
Señor Jesús, cura mi sensibilidad tantas veces manipulada por otros y adormecida por mí; para que me asombren tus palabras, cargadas de sabiduría, tus gestos, que transmiten ternura, tu entrega, signo de un amor que da la vida. Que me asombre también el trabajo extenuante de quienes luchan por su familia o por los más vulnerables, la fe con la que tantas personas afrontan con esperanza sus peores momentos. Dame, Señor, un corazón que busque, goce y se deje arrastrar por lo que importa, por lo que puede renovar mi vida y mejorar el mundo. Amén.

No confundir a las personas con el mal que padecen

 

Señor Jesús, gracias por enseñarnos a poner el centro en la persona,
por enseñarnos que su sufrimiento se puede aliviar;
que su dolor a veces condiciona sus actos y su actitud,
que, ante una persona que nos trata mal, primero hay que quererla como hija tuya y después “increpar” a la causa de su malestar. 
 
Gracias por quienes no confunden a las personas con el mal que padecen,
por quienes aman a los enfermos y luchan contra la enfermedad,
por quienes aman a los pecadores y luchan contra el pecado.
Gracias por las personas que se dedican a sanar a sus semejantes,
con amor, sin discriminar, buscando sólo el bien de sus prójimos.
Que sepa aprender la lección, Señor, y ame como Tú y Contigo. Amén.

Lo antiguo y lo nuevo

 

Señor, danos luz, para no dejarme llevar por la apariencia.
para no rechazar lo antiguo por ser antiguo,
ni lo nuevo por ser nuevo;
para no ensalzar lo antiguo por ser antiguo,
ni lo nuevo por ser nuevo.
Lo antiguo tiene riquezas que debemos custodiar y transmitir
y lo nuevo nos ofrece oportunidades que debemos acoger.
Lo antiguo tiene cosas que ya no sirven, a desechar,
y entre lo nuevo también hay quincalla inútil.
Señor, ¿Qué tengo que conservar de lo antiguo,
en mi vida, en mi familia, en mi comunidad…?
¿Qué novedades tengo que incorporar?

Por tu palabra

 

Por tu palabra, Señor, seguiré amando y perdonando,
aunque no me comprendan.
 
Por tu palabra, trabajaré por los más vulnerables,
aunque parezca inútil.
 
Por tu palabra, seguiré apostando por la Iglesia,
aunque muchos la abandonen.
 
Por tu palabra, anunciaré tu Buena Noticia,
aunque pocas personas la acojan.
 
Por tu palabra, apostaré por la austeridad,
aunque se rían de mí.
 
Por tu palabra, abrazaré la cruz que exija el amor,
aunque me llamen loco.
 
Por tu palabra, levantaré la bandera de la esperanza,
aunque el horizonte se llene de nubarrones.
 
Confío en tu Palabra, Señor;
Tu Palabra nunca defrauda.
Tú tienes palabras de vida eterna.

Inspíranos

 

Señor, ayúdanos a hacer en cada momento lo que conviene:
compartir alegrías y fiestas con quienes están gozando
o estar cerca y llorar con las personas que sufren y están tristes,
disfrutar de la abundancia o adaptarnos a la pobreza,
trabajar con toda el alma o disfrutar del descanso,
darlo todo en el compromiso con los pobres o en la relación contigo,
ser hombro en el que otros encuentren consuelo
o ser acicate que estime la responsabilidad de quienes renquean.
proclamar tu nombre con palabras o mostrarlo con la vida.
 
Inspíranos lo que debemos hacer en cada momento.
No permitas que seamos insensibles a lo que sucede a nuestro alrededor.
Que sepamos dar la respuesta que esperas de nosotros,
buscando siempre tu gloria y el bien de los hermanos.
Amén.

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros!

 

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros!
Estas palabras tuyas me producen inquietud,
porque mucha gente habla bien de mí.
Cuando me preocupo y ocupo de los demás,
recibo tanta gratitud, mucho más de la que merezco.
 
Además, a veces hablan mal de mí con razón,
por mis excesos y defectos, por mi egoísmo y vanidad.
 
Señor, ayúdame a convertirme, a ser como Tú,
que fuiste criticado, rechazado y eliminado,
por defender la verdad, la justicia y la fraternidad,
por estar cerca y cuidar a las personas excluidas,
Por ser fiel a la misión que el Padre te confío.
 
Señor, que sepa soportar las críticas como Tú y Contigo.

Corazón sensible

 

Señor, dame un corazón sensible,
que disfrute con quienes son felices,
que considere propios los éxitos de los demás,
que comparta tu alegría de buen padre.
Tú nos invitas a gozar contigo,
cuando un hijo se arrepiente y pide perdón,
cuando vuelve a casa una hija perdida,
cuando nuestra solidaridad se abre a los pobres,
cuando nos dejamos abrazar y besar por ti,
cuando defendemos a los más pequeños, tus preferidos,
cuando salimos a los caminos a buscar hermanos perdidos,
cuando nos sentamos a la mesa de la fraternidad.
Danos un corazón sensible, Señor.

Es fuerte quien ama y perdona más

 

Hemos convertido la vida, Señor, en una competición.
Nos esforzamos por superar a los demás.
Queremos más poder, más dinero, más aplausos…
Recuérdanos quién es el más importante, Señor, cada vez que lo olvidemos:
Es grande quien reconoce su pequeñez.
Es primero quien se pone en el último lugar.
Es fuerte quien ama y perdona más.
Es rico quien comparte su pobreza.
Es importante quien sirve a todos.
Es buen maestro quien no deja de ser discípulo.
Sube al cielo quien se abaja hasta los más débiles.
Tiene vida quien la entrega por amor.
Como Tú, Jesús, y Contigo. Amén.

Nos esperas en cada hombre y mujer

 

Señor, nos guiamos demasiado por el aspecto de la gente.
Nos fiamos demasiado de las apariencias exquisitas.
 
En cambio, Tú, Señor, nos esperas en cada hombre y mujer;
nos enseñas tantas cosas desde personas sin estudios,
enriqueces nuestra vida desde los más pequeños y humildes,
buscas nuestra acogida en quienes sufren por cualquier razón,
estás presente en todas las personas: deprimidas, tristes, alegres,
emigrantes, pobres, ricos, jóvenes, mayores…
 
Gracias por las personas que no se dejan llevar por las apariencias,
por las que se conmueven, acogen y cuidan a los demás.

Seguirte adondequiera que vayas

 

Te seguiré adondequiera que vayas, Jesús.
Me gustaría decírtelo con todo el corazón
y, sobre todo, con la vida de cada día,
como esos misioneros que se arriesgan por los más pobres,
como esas parejas que también se siguen en la pobreza y la enfermedad,
como esas madres que siguen a sus hijos en sus noches oscuras.
 
Me falta amor, Jesús, me falta mucho amor,
Y me falta amor porque no me dejo amar.
Ayúdame a abrir el corazón de par en par,
para dejarme amar por ti y por tanta gente buena,
para seguirte adondequiera que vayas,
con gratitud, alegría y confianza. Amén.

Presente en mi pequeñez

 

Jesús, Tú has querido hacerte presente en las personas.
Para escucharte a ti, tenemos que escuchar a los demás.
Para acogerte a ti, hemos de acoger a quien nos necesita.
Para ayudarte a ti, tenemos que ayudar a quienes nos rodean.
Para amarte a ti, hemos de amar a nuestros prójimos.
 
Jesús, también has querido hacerte presente en mi pequeñez.
Que mis palabras reflejen tu sabiduría.
Que sepa acoger a las personas como las acoges Tú.
Que esté dispuesto a ayudar a quien necesite apoyo.
Que mi pequeño amor sea transparencia de tu inmenso amor.
Amén.

Gracias por estas pequeñas alegrías

 

¡Cuánto nos gusta tener éxito, Padre! Nos sentimos felices cuando conseguimos lo que queremos, cuando ganamos mucho dinero, cuando estamos cerca de personas importantes… 
 
En las organizaciones sociales, nos sentimos felices cuando hay mucha participación, cuando se atiende a muchas personas necesitadas, cuando recogemos mucho dinero… 
 
También en la Iglesia, en las parroquias, nos sentimos felices cuando acuden muchas personas a misa, a una reunión de formación, a una peregrinación…
 
Gracias por estas pequeñas alegrías, Señor. Pero concédenos esa alegría más honda: la alegría de trabajar en tu Reino, aunque no siempre alcancemos nuestros objetivos, la alegría de saber que nuestros nombres están apuntados en ese libro de la Vida, que es tu corazón amoroso. Amén.

Por la fe

 

Por la fe
será distinta la vida.
Por la fe,
resistirá la esperanza.
Por la fe,
plantaremos cara a lo ingrato, lo vacío, lo absurdo.
Por la fe
derribaremos gigantes,
devolveremos la vida a los muertos.
Por la fe
espantaremos a la soledad y al miedo.
Por la fe
abriremos la puerta al extraño.
Por la fe
quemaremos las naves
para adentrarnos en la tierra nueva
donde Tú nos esperas.
El justo vivirá por la fe.
José María R. Olaizola, sj

Siempre atento a mi llamada

 

No me molestes! ¡Terminó mi horario! ¡Este es mi momento!
A veces también yo me encierro y no abro a nadie;
porque no tengo tiempo, no tengo ganas, no tengo fuerzas.
También a mí me tienen que llamar varias veces,
hasta que salgo de mi burbuja y respondo.
Tú, en cambio, Padre, estás siempre atento a mi llamada.
me amas como si no tuvieras otros hijos que cuidar.
Gracias porque nos regalas a manos llenas todo tu amor,
porque incluso nos has dado a tu Hijo y a tu Espíritu.
Enséñanos a utilizar el tiempo con sabiduría y generosidad.
Que sepa aprovecharlo para estar contigo, para dejarme cuidar;
que sepa compartirlo con quienes necesitan afecto y ayuda.
Amén.

¡Dichosas las personas que protegen a los más pequeños!

Jesús, tu fuiste acogido y cuidado en las entrañas de María.
¡Dichoso su vientre y el vientre de todas las mujeres que acogen una nueva vida!
 
Tú fuiste recibido y amado en los brazos de María y José.
¡Dichosas las personas que protegen a los más pequeños!
 
Tú eres acogido en los que tienen hambre y sed, en los más pobres.
¡Dichosos los hombres y mujeres que reconocen tu rostro en quienes sufren!
 
Tú eres acogido por tantas personas que quieren seguir tus huellas.
¡Dichosos los que, como María, escuchan tu Palabra y la cumplen!

Somos muy afortunados

 

Señor Jesús, somos muy afortunados, hemos recibido mucho de ti,
pero nos cuesta agradecerlo, nos cuesta cambiar de vida.
 
Nos has proclamado la Buena Noticia de que Dios nos ama con locura,
pero no acabamos de abrir el corazón para acoger su ternura.
 
Nos has mostrado que Dios no se cansa nunca de perdonar,
pero, cuando pecamos, seguimos huyendo de Dios.
 
Nos has dicho que Tú quieres bendecirnos desde los pobres,
pero no les damos espacio suficiente en nuestro corazón y nuestro tiempo.
 
Te has presentado ante nosotros como un manantial de agua viva,
pero preferimos otras aguas, aunque no calmen nuestra sed.
 
Vienes a este mundo para liberarnos de todas las cadenas que nos atan,
pero seguimos teniendo miedo a que recortes nuestra libertad.
 
Nos has enseñado que sólo los que entregan su vida son felices,
pero estamos demasiado preocupados de nosotros mismos.
 
Nos descubriste que fuimos creados para vivir en comunión con el Padre y con las personas,
pero no siempre estamos dispuestos a ayudar y a dejarnos ayudar.
 
Tú nos has dado tu Palabra, tu tiempo, tu Espíritu, tu vida entera,
pero nosotros seguimos siendo tacaños contigo.
 
Señor, ayúdanos a reconocer todo lo que has hecho por nosotros,
a fiarnos de ti y de tu Palabra, cada día un poco más.

Nos fijamos mucho en las apariencias

 

Estamos demasiado pendientes de los demás.
Nos fijamos mucho en las apariencias
y criticamos a menudo:
“es vago, es presumida, es cuentista, no respeta nuestras costumbres…”
En cambio, Tú mirada llega hasta lo más hondo,
Tú percibes lo que sufrimos, lo que gozamos, lo que esperamos…
valoras lo bueno que hay en cada persona
y perdonas lo menos bueno.
Gracias por ayudarnos a mirar como Tú y Contigo.
Gracias por las personas que han aprendido a ver con amor a sus prójimos.

Trabajar por un mundo más justo

 

Es verdad, Señor, nuestra vida, la vida de los que tenemos el pan de cada día, no depende de nuestros bienes. La vida auténtica depende de nuestra capacidad para abrir el corazón, para amar y ser amados por Ti y por tanta gente buena que nos rodean. 
 
Pero hay demasiadas personas cuya vida está en peligro porque no tienen bienes suficientes para vivir con dignidad: hombres y mujeres, niños y adultos inmigrantes que mueren intentando atravesar fronteras; personas empobrecidas que no pueden acceder a los servicios básicos de salud…
 
Perdona nuestra falta de humanidad con quienes no tienen lo más elemental. Ayúdanos a no perder el rumbo, a utilizar lo que tenemos, lo que sabemos, lo que somos para amar a todos, para trabajar por un mundo más justo; como Tú y Contigo, Jesús.

Las enfermedades y desgracias no son un castigo tuyo

 

Señor, gracias por enseñarnos que las enfermedades y desgracias no son un castigo tuyo. Tú eres el Bien, sin mezcla de mal, y la fuente de toda bondad. Tú te dedicas a perdonar, a sanar, a salvar, a resucitar… Tú haces salir tu sol sobre malos y buenos y haces caer tu lluvia sobre justos e injustos. 
 
Sabes, Padre, que no podemos entender cómo permites tanto sufrimiento y te pedimos que nos ayudes a afrontarlo como tu Hijo Jesús, con su mismo amor a las personas que padecen, con su misma confianza en Ti. Entra, en nuestra pequeña barca, zarandeada por guerras, enfermedades y desánimos. Sólo Tú puedes darnos paz en la tormenta.
 
Finalmente, te damos gracias porque nos adviertes que podemos perder la vida, si no acogemos tu amor, si no damos frutos, si vivimos de espaldas al hermano, si dejamos la conversión para un mañana que nunca llega. Gracias, Señor.

Nos enseñaste que Dios es un Padre bueno

 

Te damos gracias, Jesús, porque nos has mostrado, con tus palabras y tu vida, el Reino de Dios, el sueño de Dios para la humanidad.
Nos enseñaste que Dios es un Padre bueno y misericordioso, que goza cuando sus hijos e hijas acogen su amor gratuito y se aman entre sí.
Tú, Jesús, diste tu vida para hacer realidad el sueño del Padre, y el Espíritu nos ha bendecido con talentos preciosos para colaborar contigo.
El Reino requiere acoger la semilla de tu palabra y sembrarla en el corazón del mundo, una semilla que, aunque sea pequeña, el mismo Padre hace crecer y dar fruto.
El Reino produce ya, en esta tierra, alegría y ternura en los corazones, justicia y paz entre los pueblos, pero sufre la violencia de tantos que quieren aplastarlo.
El Reino culminará en la gran fiesta que el Padre nos prepara en su reino celestial, junto a ti, donde celebraremos la vida, el perdón y la liberación definitiva de todo lo que esclaviza y degrada al ser humano; donde todos los pobres Lázaros del mundo serán consolados y saciados; una fiesta con las puertas abiertas a todos los hombres y mujeres que, a pesar de sus pecados, tengan sus corazones abiertos para amar y ser amados.
Gracias por mostrarnos el sueño del Padre, gracias por darnos la oportunidad de construirlo y gozarlo contigo. Amén.

Nos descoloca tu lógica

Nos descoloca tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos.
A los que están al final
los adelantas,
y a quienes se pavonean,
ufanos por su asiento preferente,
los mandas a la última fila.
A quienes lucen los galones
del cumplimiento y la perfección
les ignoras las medallas,
mientras aplaudes la dignidad
de las cicatrices en historias bien vividas.
Siembras la duda
en los soberbios,
al tiempo que asientas
la verdad de los humildes.
Pasas de largo ante las mansiones
bien provistas
y te alojas en hogares
donde abundan las carencias
Nos ilumina tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos,
de primeros y últimos.
(José María R. Olaizola sj)

No me dejes esperar sentado

 

No me dejes esperar sentado,
cuando tú ya estás en los caminos.
Empújame, inquiétame,
aviva en mí el deseo
para lanzarme a buscarte.
Yo te prometo intentarlo.
Escalaré montañas,
salvaré distancias,
preguntaré por Ti
a la tierra,
a los otros,
a esa voz que brama tan dentro
con verso de paz y evangelio.
Gastaré los días,
atravesaré abismos en tu busca.
Y si me canso,
si vacilo,
si reniego de ti alguna vez,
no permitas que me rinda.
Sé que cuando escuche tu voz
que pronuncia mi nombre
y se invita a mi mesa,
entenderé, al fin…
que la salvación ya estaba aquí.
(José María R. Olaizola, sj)

Las puertas de tu corazón están abiertas a todos

 

Señor, las puertas de tu corazón están abiertas a todos,
Tu forma de mirar, de vivir, de convivir no alejaba a nadie.
Por eso se acercaban las personas más excluidas,
las que más sufrían en sus cuerpos o en sus corazones.
Que también yo me acerque a Ti con humildad y confianza,
para acoger tu amor salvador, que tanto necesito.
Señor, que mi forma de vivir no rechace a nadie;
que viva abierto a las personas más sencillas y pobres;
que nuestras comunidades cristianas acojan a todos,
para que seamos transparencia de tu amor gratuito,
que busca a todos y especialmente a quienes más sufren.
Amén.

Cuidar los pequeños detalles

 

Señor, ayúdame a dar importancia debida a las obligaciones cotidianas.
Que sepa tratar con cariño a las personas con las que me encuentro cada día.
Que cumpla con responsabilidad mis obligaciones laborales.
Que sea sincero y honrado cuando compre o venda algo.
Que cuide los pequeños detalles que hacen agradable la vida de los demás.
Que no me acostumbre a la injusticia, a la mentira, al maltrato, a la discriminación injusta...
 
Señor, que no espere a ser más importante, para ser honrado, para ser libre, para ser generoso, para ser sincero, para defender a los indefensos, para construir tu Reino.
Hoy es el día para ser todo eso. Amén.

Señor Jesús, te duele ver la casa de Dios convertida en un mercado

 

Señor Jesús, te duele ver la casa de Dios convertida en un mercado,
te duele el dolor de pobres, enfermos, mujeres maltratadas…
Te duele, te rebelas, actúas y asumes las consecuencias.
 
Que nos duela, Señor, el uso de tu nombre para hacernos daño,
Que nos duela el sufrimiento injusto de todas las personas.
Que nos duela, nos rebelemos y actuemos, asumiendo las consecuencias.
Como Tú y Contigo. Amén.

¿Dónde está tu Reino, Señor?

 

¿Dónde está tu Reino, Señor?
Si leo las noticias, no lo encuentro:
personas que no dejan desembarcar por ser extranjeras y pobres,
guerras que producen un sinfín de muertes, sufrimiento y rencores,
campos de concentración para refugiados,
hombres y mujeres que padecen violencia, indiferencia, tristeza…
 
Para ver tu Reino hay que acercarse a la vida real:
Aún en medio de tantas desdichas, el Reino crece:
padres que cuidan como pueden a sus hijos en países pobres,
hijas que se dejan la vida cuidando a sus madres,
personas que se arriesgan para que otras puedan vivir con dignidad,
niños que comparten sus juguetes y sus juegos,
hombres y mujeres que no se dejan comprar ni corromper…
 
Dame un empujón para hacer presente tu Reino,
compartiendo cariño, esperanza, bienes materiales, alegría...
Amén.

Dame una voluntad decidida

 

Señor, digo que quiero ser tu seguidor,
pero, ¿me esfuerzo por encontrarme contigo?
 
Digo que me gustaría ser una persona más solidaria,
pero, ¿abro mi corazón y mi billetera a los que necesitan?
 
Digo que la familia es muy importante para mí,
pero, ¿dedico a los míos tiempos de calidad?
 
Digo que me preocupa la crisis medioambiental,
pero, ¿estoy dispuesto a cambiar mi modo de vida?
 
Digo que mis amigos son muy importantes para mí,
pero, ¿me preocupo y ocupo de ellos habitualmente?
 
Digo que es necesario impulsar una iglesia más sinodal,
pero, ¿procuro participar activamente en la vida de mi comunidad?
 
Dame una voluntad decidida, para superar dificultades
y hacer realidad mis mejores sueños. Amén.

Tú nos quieres alegres

 

Señor, no nos quieres miedosos,
porque, a fuerza de no arriesgar,
podemos perderlo todo.
 
Señor, no nos quieres perezosos,
porque hay muchas personas
que necesitan nuestro apoyo.
 
Señor, tú nos quieres confiados,
porque podemos apoyarnos en ti,
que jamás nos dejas de lado.
 
Señor, tú nos quieres generosos,
porque nos has llenado de dones,
para enriquecer a nuestros prójimos.
 
Señor, tú nos quieres alegres,
porque podemos colaborar contigo
en la construcción de un mundo fraterno.
Amén.

¡Qué dolor tan intenso sufriste!

 

¡Qué dolor tan intenso sufriste, Jesús, al ver Jerusalén,
cerrada a cal y canto para acoger el don de tu amor y tu paz.
Jesús, tú sigues sufriendo y llorando…
en los padres y madres incomprendidos por sus hijos,
en tantas personas que son criticadas por hacer el bien,
en los misioneros y catequistas que anuncian tu palabra sin éxito,
en tanta gente que padece sin ser escuchada y atendida.
Señor, que tus lágrimas me conviertan y abra mi corazón,
para acoger agradecido las bendiciones que me regalas,
para comprender la frustración de tantas personas entregadas,
para no pasar de largo frente al dolor de mis próximos.
Amén.

Tu presencia en los templos de carne

 

Gracias, Padre, por nuestros templos,
lugares sagrados en los que Tú habitas
y en los que podemos encontrarte;
espacios de reunión de la comunidad
y fuentes de donde brota la solidaridad.
 
Que respete y cuide nuestros templos de piedra
y acoja tu presencia en los templos de carne,
en mi corazón, en mi conciencia, en mi trabajo;
en el cuerpo doliente de los que sufren
y en el gran templo del universo, obra de tus dedos.
Amén.

Dios de las personas

 

Tú eres el Dios de las personas,
compañero fiel en nuestros caminos,
sufres con nuestros dolores
y gozas nuestras mismas alegrías,
nos das fuerza para vivir amando.
Nos resucitas ya en esta tierra,
de nuestras caídas, miedos y errores;
y un día nos resucitarás a la vida plena,
para gozar por siempre de tu amor
y de los que en esta vida tanto quisimos.
Gracias por la fe que nos permite sentirte.
Gracias por la esperanza que tú nos das.

martes, 25 de julio de 2023

Señor Jesús, cura nuestra vanidad

 

Señor Jesús, reconocemos que exhibimos nuestro poderío, a veces sin darnos cuenta. Demostramos nuestra fuerza en los coches, en las casas, en la ropa, en los regalos, en las vacaciones… incluso en las iglesias.
Pero tú no te dejas engañar por la apariencia y valoras la generosidad de la viuda pobre, la ayuda de un niño pequeño, la oración de una religiosa desconocida, la generosidad de un voluntario anónimo, la dedicación de una hija que cuida a sus padres, la honradez de esas personas que renuncian a hacer trampas para enriquecerse, los detalles sencillos de amor de los esposos, el trabajo discreto de quienes se esfuerzan por el bien común…
Señor Jesús, cura nuestra vanidad, ayúdanos a hacer el bien sin pregonarlo, enséñanos a ver y a valorar lo que sucede con tu misma mirada y tu misma regla. Amén.

Señor, permaneces para siempre

 

Señor, valoramos y nos apegamos demasiado a cosas y costumbres que nos parecen perfectas; cosas que antes o después nos defraudarán y nos dejarán el corazón vacío.
Pero llega una experiencia dura, como la enfermedad de una hija o la muerte de un amigo, y, aunque sea muy duro, empezamos a ver más claro. Nos damos cuenta de que solo Tú, Señor, permaneces para siempre y nunca decepcionas. Caemos en la cuenta de que sólo el amor llena el corazón en esta vida y perdura hasta la vida eterna.
Que sepamos aprender la lección. Amén.

Inspíranos las palabras más adecuadas

 

Ven espíritu Santo Creador,
Quédate con nosotros, danos tu inteligencia;
inspíranos las palabras más adecuadas
para defender a los pequeños,
para decir la verdad con amor,
para alentar a los desanimados,
para criticar las injusticias,
para enseñar a quienes no saben
para dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza.
Amén.

Despiértanos

 

Tú vienes, te acercas, ya estás a nuestro lado.
Pero ¿cómo y cuándo vienes, Señor?
¿Vienes a través de la hermana o hermano que sufre?
¿Te haces presente en mis deseos más hondos?
¿Te acercas en tanta gente buena que me quiere?
¿Tu voz resuena en los gritos que claman justicia y paz?
¿Tu belleza se refleja en la hermosura que cautiva nuestros sentidos?
Tú vienes, te acercas, ya estás a nuestro lado.
Pero muchas veces nos encuentras dormidos.
ocupados en tantas obligaciones,
entretenidos en mil pasatiempos,
encerrados en nosotros mismos…
Despiértanos, Señor, para ver y acoger;
para verte y acogerte.
Despiértanos.

Te adelantas siempre

 

No esperas a que acudamos a Ti.
Te adelantas siempre.
Vienes Tú a visitarme.
Vienes Tú a escucharme
Vienes Tú a curarme.
Vienes Tú a guiarme.
Vienes Tú a consolarme.
Vienes Tú a defenderme.
Vienes Tú a perdonarme.
Vienes Tú a amarme.
¡Cuánto me alegro, Jesús!
Que también yo tome la iniciativa,
para visitar a los que están solos,
para escuchar a los que no cuentan
para curar a quienes sufren enfermedad,
para mostrar el camino a los perdidos,
para consolar a los que sufren,
para defender a los desamparados,
para perdonar a los que me ofenden,
para amar a quien necesite cariño
como Tú y Contigo. Amén.

Tu yugo es suave

 

Señor, a veces vivimos la fe como si fuera una carga,
una carga pesada de la que quisiéramos liberarnos.
Parece que no nos sentimos amados y redimidos por ti
y que la paga por seguir tu camino es más bien corta.
 
Señor, ayúdanos a vivir nuestra fe con alegría,
a experimentar que tu yugo es suave y tu carga es ligera,
a darnos cuenta de que tu amor es el tesoro más valioso
y tu cercanía levanta banderas de esperanza en nuestras derrotas.
 
Gracias por haberme regalado tu amistad, tu ternura, tu perdón;
Gracias por quienes me transmiten con su vida tu mensaje y tu amor,
por las personas que son felices dedicándose a los más vulnerables.
Gracias por tanta gente maravillosa que te conoce y te sigue

Cúranos, Señor

 

Señor Jesús, ten compasión de nosotros.
Cura nuestra ceguera con tu luz.
Cura nuestra desesperanza con tu presencia.
Cura nuestra indiferencia con tu compasión.
Cura nuestra apatía con tu fuerza.
Cura nuestra avaricia con tu generosidad.
Cura nuestros enfados con tu perdón.
Cura nuestras envidias con tu mirada.
Cura nuestro orgullo con tu humildad.
Cura nuestra mirada turbia con tu pureza.
 
Cura, en fin, nuestros males del cuerpo y del alma,
con la fuerza desbordante de tu amor,
que supera todas nuestras expectativas.
Cúranos, Señor. 
Amén.