miércoles, 19 de julio de 2017

Ay de ti

Ay de ti si tu vida se va diluyendo
entre las prisas y los agobios.
Ay de ti si vives con los ojos cerrados
a tantos milagros cotidianos.
Ay de ti si dices que me amas
y luego solo te buscas a ti mismo.
Ay de ti si miras para otro lado
cuando te encuentras un hermano
caído en el camino.
Ay de ti si acumulas y acaparas sin freno,
y te olvidas de compartir con los pobres.

Pero…
Dichoso tú si en medio de las prisas y los agobios
percibes mi presencia de paz.
Dichoso tú si en cada rincón de tu existencia
ves un milagro de mi mano.
Dichoso tú si cuando dices que me amas
haces verdad este amor sirviendo a los más débiles.
Dichoso tú si vives con ojos abiertos y manos extendidas
ante los descartados de la tierra.
Dichoso tú si tu alegría te lleva a desprenderte de algo de lo que acumulas
para que otros puedan gozar de una vida más digna.

Ser buena noticia

Ser en la vida buena noticia,
ser gesto, palabra, imagen, silencio, canción.
Salir a la calle a diario, llegar hasta el último rincón.
Llevar sin tardar, para todos, bocados de aliento… de Dios.

Vivir de tal manera, que a algunos despierte curiosidad
nuestro vivir con menos, con otros, con riesgo, con gratuidad.
Dejar que los otros, los pobres, coman de nuestro tiempo,
hasta encontrar en ellos, nosotros, la extraviada identidad.

Y siempre, siempre, siempre, buscar el sitio entre la gente.
Pues toda ella es, sin dudarlo, la buena noticia de Dios.
Posar sus miedos, alzar sus sueños, andar sus pasos intermitentes,
hasta lograr que todos destapen el gran tesoro que son por dentro.

Seve Lázaro, sj

jueves, 6 de julio de 2017

Mirada borrosa y recortada

Señor, a veces soy tan pequeño, tan limitado...
No me alegro por lo bueno que hace mi amigo, mi hermano, un extraño...
Me enfado, critico y vapuleo a quien hace el bien.
Pienso y digo: ¡Por algo lo hará! ¡Algún beneficio sacará!
¡Lo hace para darse a entender y, además, lo hace mal!
Parece que necesito rebajar a los demás para subir yo.

Cuando pienso y siento así, la alegría y la esperanza escapan;
me aíslo y sólo me acompañan la tristeza y la amargura.

Señor, ¡cura mi mirada borrosa y recortada!
dame una mente más amplia y un corazón más grande;
para que sepa fijarme más en los aciertos y menos en los errores,
para reconocer y alegrarme por todo lo bueno que sucede,
para que pueda aprender de todos y de todo,
para darte gracias por el bien que hace mi amigo, mi hermano, un extraño...

Así seré más feliz, transmitiré más alegría
y me pareceré más a Ti, Padre bueno y generoso,
que valoras y te alegras con cada gesto de amor de tus hijos.

martes, 4 de julio de 2017

Baja, humíllate conmigo

Tú, Jesús humilde,
nunca me has dicho:
Humíllate ante mí,
dobla la cabeza,
el corazón, la vida,
y esparce sobre tu rostro
luto y ceniza.

Tú me propones:
Levanta la mirada,
y acoge la dignidad de hijo
en toda tu estatura.
Humíllate conmigo
y vive en plenitud.

Bajemos juntos
a la hondura sin sol
de todos los abismos,
para transformar
los fantasmas en presencia
y los espantos en apuesta.

Únete a mi descenso
en el vértigo y el gozo
de perdernos juntos
en el porvenir de todos
sin ser un orgulloso inversor
de éxitos seguros.

(Benjamín G. Buelta sj)