martes, 8 de diciembre de 2020
Inmaculada, Toda belleza
Gratis
Señor Jesús, He recibido tanto, tanto. ¿Cómo podré agradecerte el regalo de la vida, el cuerpo, la inteligencia, la formación, la familia, la amistad, la fe, la alegría de sentirme amado, el gozo de poder amar…?
Tu palabra me da la respuesta: ¡Dad gratis lo que habéis recibido gratis! Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios…
Que en este adviento te sepamos reconocer, acoger y cuidar en quienes no tienen alimento, bebida, medicinas, casa, vestido, salud, compañía, libertad, esperanza... Como Tú y Contigo. Amén.
Sobre roca
Señor, he visto caer a personas muy seguras de sí mismas, que creían que lo sabían todo, que hacían todo bien; que confiaban en su poder y en su dinero; que cuidaban sobre todo su apariencia y su bienestar; que no veían más que sus virtudes y los defectos de los demás, que se atrevían a dar lecciones con discursos llenos de arrogancia. Cuando llegó la tempestad, su vida se destruyó.
En cambio, veo permanecer en pie a personas humildes, bien conscientes de sus aciertos y errores, de sus debilidades y de sus talentos; que saben apoyarse en Ti y en los hermanos, que tratan amorosamente a los demás; que dan lecciones sin pretenderlo, con su testimonio de vida. Cuando les ha llegado la tempestad, han sufrido, se han tambaleado, pero se han mantenido.
Señor, Tú sabes que he caído muchas veces desde la apariencia, el orgullo, el egoísmo… Ayúdame a reconstruir mi vida, reconociendo mi verdad, apoyándome en Ti y abriéndome al bien de mis hermanos. Amén.
Se conmovían tus entrañas
Revelado a la gente sencilla
Señor Jesús, disfrutar de tu compañía, de tu amistad y de tu amor no está reservado a unos pocos escogidos: a los sabios y poderosos; a los que han estudiado la Biblia durante años, a los que se recluyen en monasterios, o a los sacerdotes que celebran cada día los sacramentos.