domingo, 31 de octubre de 2021

Para dar luz

Señor, he recibido tanto de Ti:
tanto amor, tanta vida, tanta ternura…
Has puesto a mi lado muchas personas luminosas,
por su paciencia, su fidelidad, su compromiso…
Que sepa reconocer y agradecer tanto don.

Recuérdame que lo que no se comparte, se pierde;
que sepa regalar todo lo que he recibido:
Que cada mañana encienda mi luz, para todos,
sobre todo para quienes viven en la tiniebla del dolor.
Que sea generoso con los demás, como Tú y Contigo.

Constancia y Paciencia

Hay personas que han sufrido y sufren mucho,
y necesitan que nos quedemos con ellas, sin prisas,
para que se puedan sentirse acogidas y amadas.

La educación de los niños y jóvenes no es fácil.
Requiere paciencia, perseverancia, aguante…
hasta que sean personas maduras y generosas.

Hay proyectos que precisan años de trabajo,
hasta que se asientan y dan buenos frutos.

Señor, que sepa permanecer en mis compromisos,
que no me deje llevar por el cansancio o el fracaso;
que sea fiel a la misión que Tú me encomiendas;
como Tú y Contigo. Amén.

Escuchar

¡Qué difícil es escuchar, Señor!
Siempre queremos tener razón;
parece que nadie puede enseñarnos nada.
Y cuando escuchamos, atendemos a “los importantes”.
En cambio Tú, Jesús, nos enseñaste, con tu vida,
a escuchar a los inocentes, los pobres, los marginados…
Si no escuchamos a ellos, no te escuchamos a Ti.
Cuando escuchamos a ellos, podemos acoger tu Palabra.

Gracias por todas las personas que saben escuchar
y, por tanto, pueden acoger y anunciar tu Palabra.
Gracias por tantos hombres y mujeres de bien,
en las que resuena tu Palabra y se siente tu Presencia.
Amén.

¿Quién es mi prójimo?

Señor Jesús, normalmente no nos cuesta amar a las personas más cercanas, que nos han dado tanto: los hijos, los padres, los buenos amigos… Aparcamos nuestros planes para ayudarles y, si no podemos o no sabemos, buscamos quien les pueda echar una mano. Tú sabes, Señor, como sufrimos cuando no podemos socorrerles. Gracias, Señor, por el amor que nos dan y por el que les ofrecemos.

Pero Tú también sabes, Señor, lo que nos cuesta amar y atender a las personas desconocidas,   marginadas, o con “mala pinta”. Nos resulta más fácil culparles de su situación y justificarnos, diciendo que hay sitios donde pueden acudir y no lo hacen. Perdona, Señor, nuestra falta de humanidad y ayúdanos a profundizar y a ensanchar nuestro amor, para que alcance a quien más nos necesita.

San Francisco, hermano de toda persona, hermano de los pobres, hermano de todas las criaturas, ruega por nosotros.

Acoger al Espíritu

Dios, Padre Nuestro, somos tan pequeños,
que, a veces no sabemos pedir lo que conviene.
Te pedimos solución a los problemas de cada día,
sin darnos cuenta de que Tú nos ofreces el don más grande:
el don del Espíritu Santo, de tu mismo Espíritu:
luz divina, amor generoso, origen de todo don,
maestro de oración, fuente del mayor consuelo,
dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego.
gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Señor, que sepamos estar abiertos para recibir al Espíritu
y todo lo demás se nos dará por añadidura. Amén.

Humildes, responsables y confiados

A veces pretendemos grandezas que superan nuestra capacidad. A menudo, no somos conscientes del poder que Tú has puesto en nuestras manos. En tantas ocasiones, no confiamos en que Tú haces posible lo imposible.
 
Padre bueno, danos sabiduría para reconocer y agradecerte las capacidades que nos has dado, para nuestro bien y el de tantas personas que nos rodean. Danos fuerza, para hacer todo lo que está en nuestras manos, con paz, generosidad, inteligencia y gratitud. Haznos humildes y confiados, para dejar en tus manos lo que nos supera, lo que nos parece imposible.
 
Que no olvidemos nunca que Tú eres nuestro Dios, un Padre todopoderoso y todoamoroso, que nos acompañas, nos cuidas y nos das vida. Ayúdanos a confiar menos en el dinero, a buscar sobre todo tu Reino de fraternidad y justicia, a abandonarnos en tus manos amorosas y providentes, con la seguridad de que, pase lo que pase, nunca quedan defraudados quienes lo esperan todo de ti.

Hambrientos de esperanza

Señor Jesús, tanto ayer como hoy, estamos hambrientos de esperanza;
necesitamos razones para vivir, que vayan más allá de comer, vestir, trabajar y disfrutar de la familia y los amigos; esta vida se nos queda demasiado pequeña y necesitamos transcendencia.
Por eso, tienen tanto éxito los “influencer” de todos los tiempos,
tanto los que ayudan como los que se aprovechan de las personas.
 
Tú, Jesús, eres un “influencer” muy distinto a los habituales:
no haces promesas imposibles, no vendes productos-milagro, no ocultas las dificultades.
Simplemente amas, amas siempre, amas a todos, amas hasta el extremo.
Y nos invitas a hacer lo mismo, con humildad y confianza.
Señor, quiero seguirte, quiero seguir tu camino, ahora, hoy, siempre.
Que mi existencia anuncie el Amor de Dios y la alegría de vivir en fraternidad.
Como Tú y Contigo. Amén.

Sinodalidad

Ven, Espíritu Santo. Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras de vida, líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro.

Ven en medio nuestro, para que en la experiencia sinodal no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la profecía, no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles.

Ven, Espíritu Santo de amor, dispón nuestros corazones a la escucha.

Ven, Espíritu de santidad, renueva al santo Pueblo fiel de Dios.

Ven, Espíritu creador, renueva la faz de la tierra. Amén.

(Papa Francisco)

Interpretar el tiempo presente. Signos de los tiempos

Señor, a veces me encierro en mi mundo cómodo, en el que nadie me echa en cara mis errores, en el que nada critica mi forma de pensar y de vivir. Me alejo de las actividades e intereses de los más jóvenes, no comparto las series de las que hablan, los podcasts que les interesan, las canciones y juegos de los más pequeños…

Gracias por el Papa Francisco y por todas las personas que sí están pendientes de lo que sucede, que nos ayudan a entender, a situarnos y a comprometernos eficazmente en la sociedad actual.

Danos pies para acercarnos, ojos para ver, corazón para conmovernos, cabeza para comprender y manos para trabajar. Como Tú y Contigo. Amén.

Anunciar el Reino

Te damos gracias, Jesús, porque, a través de las parábolas, nos has mostrado el corazón compasivo de Dios, un Dios Padre con corazón de madre; que siempre nos mira con un amor inmenso, nos acoge con una sonrisa emocionada y un abrazo generoso; un Dios sembrador que esparce en nuestro corazón las mejores semillas y nos regala a cada uno abundantes talentos y capacidades; un Dios que prepara una gran fiesta, donde se celebra la vida, el perdón y la liberación definitiva de todo lo que esclaviza y degrada al ser humano; un Dios que garantiza un futuro feliz a todos los pobres Lázaros del mundo; un señor generoso que premia mucho más según el amor que siente hacia los trabajadores que por el fruto que éstos hayan conseguido…

Danos luz para encontrar palabras, parábolas y comparaciones, tomadas de la cultura y de la vida de hoy; que sepan tocar el corazón de los niños y de los jóvenes; de quienes se han separado de Ti o de tu Iglesia; de los que dudan y necesitan razones para creer y esperar; de las personas que necesitan alimentar su trabajo y su compromiso solidario en tu amor. Danos luz, Señor, y fuerza para acompañar las palabras con una vida que derroche generosidad y ternura, como Tú y Contigo. Amén.

Salvación gratuita

Señor Jesús, ayúdame a entender que la salvación que Tú me ofreces comienza en esta vida, en esta tierra; cuando abro mi corazón a Ti y a los hermanos, y no tanto a las cosas que me prometen una felicidad que nunca llega; cuando elijo la puerta del Evangelio: la puerta del amor, el servicio y la entrega, dejando de lado otras puertas más cómodas, más anchas, más egoístas... menos humanas. Este es el camino de la felicidad más grande, aquí en la tierra y por toda la eternidad.

Ayúdame a entender que la salvación es un regalo tuyo, enteramente gratuito; que no tengo que “ganar puntos”, con angustia y con miedo, para disfrutar de la vida feliz que tú preparas para todos tus hijos e hijas; que Tú sólo me pides un corazón abierto, para recibir tu amor, para amarte, para amar como Tú y Contigo a las personas más cercanas y a aquellas más necesitadas.

¡Gracias, Jesús, por compartir con nosotros tu vida divina!

El regalo de la oración

¡Qué poca importancia doy a veces a la oración!
Dedico mucho más tiempo al trabajo, a mis aficiones,
al encuentro con las personas, al estudio, a viajar…
No valoro suficientemente el regalo de poder rezar.
Parece que estar contigo es una obligación pesada.
Dejo la oración por pereza y me cuesta mucho retomarla.

Señor, gracias de corazón por estar siempre a mi lado,
dispuesto a escucharme, calmarme, animarme, guiarme…
Gracias por esas personas orantes, que se dejan transformar por Ti,
que transparentan tu ternura, tu paz, tu compasión, tu alegría,
tu amor a cada persona y tu defensa de las más frágiles.

Quien reza no pierde su tiempo. Lo sé, pero a veces no lo vivo.
La oración me permite trabajar con más gratuidad y eficacia.
Concédeme fuerza para superar el activismo y la pereza,
para rechazar las llamadas que me apartan de ti y de tu amor;
para vivir mi relación contigo con más responsabilidad y alegría.

Humildad

¡Qué difícil es vivir y tratarnos como hermanos, Señor!

A veces, nos consideramos mucho mejores que los demás,
miramos por encima del hombro, buscamos los primeros puestos,
nos sentimos mal cuando percibimos que otros son más considerados.

Otras veces, nos miramos al espejo y vemos una piltrafa,
Nos encerramos en nosotros mismos, por complejos absurdos,
por miedo a que otros descubran nuestras carencias y fallos.

Señor, dame humildad, para aceptarme y presentarme tal y como soy,
con mis luces y sombras, con mis capacidades y limitaciones.
Dame humildad para reconocer también la bondad de los demás,
para tratar a todos como hermanos, nunca como competidores.
Como Tú y Contigo. Amén.

Tomas y comed

Tomad y comed, porque esto es mi Cuerpo,
amasado en las entrañas amorosas del Padre,
enriquecido con celestial alimento,
regado con el aroma del Espíritu Santo.

Tomad y comed todos de él,
porque en la despensa de Dios sobran provisiones,
y los servidores del Reino trabajan  las 24 horas
para atender a los invitados con deliciosos víveres.

Tomad y  comed todos de él,
porque es un Banquete de puertas abiertas,
de inmensas mesas repletas,
donde los hambrientos sacien su anhelo de amor.

Venid y comed todos de él,
porque es Pan Bendito impregnado de Vida,
que diviniza a los que lo comen,
y da fortaleza en la fatiga.

Venid, comed y bebed
para recuperar pronto las fuerzas,
recoged a los descartados del mundo,
porque son los predilectos de mi herencia.

Somos hoy “Cuerpo del Cristo”,
restaurante gratuito y fecundo,
donde aliñamos los alimentos con fervor,
para compartir invitaciones del Reino.

Tomad y comed, tendréis vida eterna.
llenaos de abrazos y amor,
para inaugurar la Fiesta
y disfrutar de la felicidad  completa.

 (Pedro Jesús Mohedano Santibáñez)