domingo, 29 de abril de 2018

Dios descartado


Jesús, Tú eres la piedra descartada por los arquitectos,
por los jefes religiosos y los poderosos de tu tiempo.
Tu vida y tu palabra resultaron molestas para ellos.
Pero Dios Padre te ha convertido en piedra angular,
en esa piedra que da consistencia a todo el edificio.

En nuestra sociedad, también descartamos a mucha gente:
a tantos ancianos, que ya no pueden producir,
a los enfermos, cuyas vidas parecen inútiles,
a los inmigrantes, que encuentran cerradas las puertas del progreso,
a muchos bebés, que no son queridos por sus padres,
a demasiados jóvenes, que no pueden trabajar dignamente,
a tantas mujeres, utilizadas hoy y desechadas mañana,
a tantas personas tiradas en las cunetas del mundo.

Jesús, no nos dejes caer en la cultura del descarte.
Ayúdanos a descubrirte en todas las personas descartadas,
Ellas deben ser la piedra angular de nuestras vidas y de nuestra sociedad.
Agranda nuestro corazón y alarga nuestras manos
para valorarlas, amarlas y acogerlas, como un don precioso.

Dios trabajador, Dios agricultor

Tú, Jesús, eres la vid, nosotros los sarmientos.
Tú y yo Jesús somos parte de la misma planta,
tenemos la misma raíz, que nos da firmeza,
y una misma savia recorre nuestras venas.
Somos una prolongación de ti, Jesús.
Y muchas veces no me doy cuenta.

Tú, Jesús, envías la savia hasta mi última rama,
en todo momento, cuando trabajo y cuando duermo.
No depende de mí; depende de Ti.
Tú me quieres vivo, verde, con abundante fruto.
Si conocieran que Tú eres fuente de vida,
¡nadie querría separarse de Ti!

Nosotros somos los sarmientos. Dios Padre es el viñador;
un agricultor que mira y cuida con amor de su viña,
un campesino que entrecava la tierra que me sostiene,
un trabajador que maneja la azada y suda,
un podador que me  quita lo que me sobra,
para que pueda crecer lo mejor de mí.

Gracias, Jesús, por ser la savia que me da vida.
Gracias, Padre, por ser el viñador que me cuida.

Oración inspirada en un texto de E. Ronchi