domingo, 10 de junio de 2018

Amar del todo sin comprender del todo

Señor Jesús, pasaste por el mundo haciendo el bien,
y fuiste incomprendido por los más cercanos
y rechazado por los fariseos, los escribas, los jefes…

Fuiste incomprendido y rechazado
y comprendiste a quienes no te comprendían.
Sabías que tu vida no cabe en nuestras pequeñas cabezas.

A pesar de todo, seguiste amando y haciendo el bien,
porque fuiste fiel a la voluntad del Padre,
para enseñarnos el camino de la felicidad más grande.

Señor Jesús, yo también me siento incomprendido,
a veces por las personas que más quiero.
Ayúdame a comprender a quienes no me comprenden.

También a mí me cuesta comprenderme y comprender,
Enséñame a tener paciencia conmigo y con los otros,
a seguir amando a quienes no entiendo.

A veces tampoco comprendo tu Evangelio y tu voluntad.
Ayúdame a aceptar que no puedo entenderlo todo,
a seguir tus pasos con fidelidad y confianza.

sábado, 19 de mayo de 2018

Tú eres mi bien

Señor, Tú eres mi bien,
porque me haces mejor,
porque crees en mí,
porque me vinculas a otros,
porque has creado el mundo
y me has puesto en él,
para que construya tu Reino,
con tantas personas buenas.
Tú eres mi bien porque me amas,
porque me ayudas a amar más y mejor.

Yo te bendigo, Oh Dios,
porque cuidas de nosotros,
aunque no siempre nos demos cuenta,
porque nos inspiras para luchar por la justicia
y para hacer presente tu misericordia;
porque nos has hecho libres,
aunque eso implique que podamos equivocarnos.
Yo te bendigo por...

Me enseñarás el sendero de la vida.
Tú camino es el sendero de la vida,
Es el camino de irse despojado de falsas seguridades
y cargándose de pocas certidumbres.
Es el camino que me llevará al encuentro del prójimo,
me ayudará a vivir desde lo profundo
me permitirá sentir tu amor de Padre
y me dará alegría auténtica.
Gracias he comenzado a seguir este camino.
Ayúdame a seguirlo siempre.

Salmo 15 (adaptación de rezandovoy.org)

domingo, 29 de abril de 2018

Dios descartado


Jesús, Tú eres la piedra descartada por los arquitectos,
por los jefes religiosos y los poderosos de tu tiempo.
Tu vida y tu palabra resultaron molestas para ellos.
Pero Dios Padre te ha convertido en piedra angular,
en esa piedra que da consistencia a todo el edificio.

En nuestra sociedad, también descartamos a mucha gente:
a tantos ancianos, que ya no pueden producir,
a los enfermos, cuyas vidas parecen inútiles,
a los inmigrantes, que encuentran cerradas las puertas del progreso,
a muchos bebés, que no son queridos por sus padres,
a demasiados jóvenes, que no pueden trabajar dignamente,
a tantas mujeres, utilizadas hoy y desechadas mañana,
a tantas personas tiradas en las cunetas del mundo.

Jesús, no nos dejes caer en la cultura del descarte.
Ayúdanos a descubrirte en todas las personas descartadas,
Ellas deben ser la piedra angular de nuestras vidas y de nuestra sociedad.
Agranda nuestro corazón y alarga nuestras manos
para valorarlas, amarlas y acogerlas, como un don precioso.

Dios trabajador, Dios agricultor

Tú, Jesús, eres la vid, nosotros los sarmientos.
Tú y yo Jesús somos parte de la misma planta,
tenemos la misma raíz, que nos da firmeza,
y una misma savia recorre nuestras venas.
Somos una prolongación de ti, Jesús.
Y muchas veces no me doy cuenta.

Tú, Jesús, envías la savia hasta mi última rama,
en todo momento, cuando trabajo y cuando duermo.
No depende de mí; depende de Ti.
Tú me quieres vivo, verde, con abundante fruto.
Si conocieran que Tú eres fuente de vida,
¡nadie querría separarse de Ti!

Nosotros somos los sarmientos. Dios Padre es el viñador;
un agricultor que mira y cuida con amor de su viña,
un campesino que entrecava la tierra que me sostiene,
un trabajador que maneja la azada y suda,
un podador que me  quita lo que me sobra,
para que pueda crecer lo mejor de mí.

Gracias, Jesús, por ser la savia que me da vida.
Gracias, Padre, por ser el viñador que me cuida.

Oración inspirada en un texto de E. Ronchi

lunes, 19 de marzo de 2018

Por el Papa y por la Iglesia

Padre Bueno,
que siempre escuchas el clamor de tu pueblo,
te pedimos por nuestro pastor, el papa Francisco.
Sigue dándole fuerzas con tu Espíritu,
para que, unido a los obispos pastores
de todas las iglesias diocesanas del mundo,
guíe la vida de los cristianos
por las huellas del camino de Jesús.

En el espíritu de san Francisco de Asís, Señor,
te pedimos ser una Iglesia pobre y fraterna,
que se renueve cada día para ser más fiel al Evangelio,
con un corazón abierto a las personas que sufren,
a las que no tienen lugar y son excluidas,
a las que dejan su tierra como migrantes,
a las enfermos de toda dolencia,
a las que padecen violencia en sus casas y en su trabajo,
a los niños, jóvenes y mayores víctimas de la injusticia,
que mueren a causa de la guerra, el hambre, las drogas...
Enséñanos a ver tu rostro sufriente en estas personas,
y a dar muestras concretas de un amor que haga crecer la vida.

Queremos ser, con el papa Francisco,
con nuestros obispos pastores,
con todas las comunidades cristianas,
una Iglesia sencilla y servidora,
que anuncie con alegría el Evangelio de Jesús,
que ame y cuide la naturaleza y la Tierra, casa de todos,
que trabaje junto a otros para hacer un mundo de hermanos,
que se alegre con María, nuestra Madre,
y con Ella se haga fuerte en la fe y la esperanza,
porque para Dios “no hay nada imposible”.
Amén.

San José, número dos

Enséñanos, José,
cómo se es no protagonista,
cómo se trabaja sin exhibirse,
cómo se avanza sin pisotear,
cómo se colabora sin manejar,
como se obedece a Dios sin desconfiar,
cómo se ama sin reclamar.

Dinos, José,
cómo se vive siendo número dos... o tres,
cómo se hacen cosas formidables
desde un segundo puesto.
Convéncenos de que se puede y debe
ser útil, fiel, efectivo, hasta héroe,
siendo "no importante".

Explícanos, José,
cómo se es grande sin exhibirse,
cómo se lucha sin aplausos,
cómo se avanza sin publicidad,
cómo se persevera sin esperar homenajes,
cómo se alcanza la gloria desde el silencio,

Enséñanos, en fin, José,
a darlo todo, sin recatear,
a sentir, en este estilo de vida,
la paz y la felicidad más profundas.
¡Enséñanos, José!

martes, 27 de febrero de 2018

Aliviar o sobrecargar

Señor, gracias por tus palabras,
que ensanchan mi corazón oprimido.
Tú me recuerdas que soy hijo de Dios,
una obra maestra, modelada por las manos del Padre,
que mi nombre está tatuado en la palma de tu mano,
que mi vida es importante y valiosa para ti.

Señor gracias por repetirme...
que tu perdón es más grande que mi pecado,
que me quieres y cuentas conmigo,
que contigo puedo nacer de nuevo cada día,
que lo imposible es posible a tu lado.

Señor, gracias por todo lo que has hecho por mí,
gracias por quienes comparten mis cargas,
por cuantos se sobrecargan para aliviarme,
por las personas que embellecen y alegran mis días.
Dame humildad, para dejarme ayudar y enriquecer.

Señor, a veces sobrecargo para aliviarme.
Perdóname y ayudame a seguir tu ejemplo.
Qué mis palabras enciendan esperanza en los abatidos
y mi esfuerzo sostenga a quienes están a punto de caer.
Que sepa aliviar y animar como Tú y contigo.

sábado, 17 de febrero de 2018

¡Regresa!

Señor, Jesús, ayúdame a pararme y a mirar;
a regresar a la casa del Padre.

Toca mi corazón
y ayúdame a volver sin miedo,
a los brazos anhelantes y expectantes del Padre,
rico en misericordia,
que me está esperando,
con la mano tendida para acogerme
y los brazos dispuestos a abrazarme.

Toca mi corazón,
ayúdame dejar el camino de la soledad y la tristeza
y a volver sin miedo,
para participar de la fiesta de los perdonados,
para gozar de la vida vida,
que nuestro corazón tanto desea.

Toca mi corazón
y ayúdame a volver sin miedo,
para experimentar la ternura sanadora de Dios,
que cura las heridas del pecado,
renueva nuestro espíritu
y transforma nuestro corazón de piedra
en un corazón de carne.

Señor, Jesús, ayúdame a pararme y a mirar;
a regresar a la casa del Padre, a tu casa,
a mi verdadera casa.

(Ideas tomadas de la homilía de Francisco, en el Miércoles de Ceniza 2018)

¡Mira!

¡Señor Jesús, ayúdame a pararme,
para mirar y contemplar!

Ayúdame a mirar a las personas que reflejan tu ternura y tu bondad, esos rostros que mantienen viva la llama de la fe, la fe y la esperanza.

Ayúdame a mirar el rostro de nuestras familias que siguen apostando día a día, con mucho esfuerzo, para sacar la vida adelante y convertir sus hogares en una escuela de amor.

Ayúdame a mirar el rostro de nuestros niños y jóvenes, cargados de futuro y esperanza, cargados de mañana y posibilidad, que exigen dedicación y protección.

Ayúdame a mirar el rostro, surcado por el paso del tiempo, de nuestros ancianos; rostros portadores de la memoria viva de nuestros pueblos; rostros de la sabiduría operante de Dios.

Ayúdame a mirar el rostro de nuestros enfermos y de tantos que se hacen cargo de ellos; rostros que, en su vulnerabilidad y en el servicio, nos recuerdan que el valor de cada persona no puede ser jamás reducido a una cuestión de cálculo o de utilidad.

Ayúdame a mirar el rostro arrepentido de tantos que intentan revertir sus errores y equivocaciones y, desde sus miserias y dolores, luchan por transformar las situaciones y salir adelante.

Ayúdame a mirarte y a contemplarte en la cruz. Desde la cruz sigues siendo portador de amor y esperanza; mano tendida para aquellos que se sienten crucificados, que experimentan en su vida el peso de sus fracasos, desengaños y desilusión.

Ayúdame a mirarte y a contemplarte en la cruz, para vencer los demonios de la desconfianza, la apatía y la resignación; para exclamar: ¡El Reino de Dios es posible! ¡un mundo más fraterno es posible!

(Ideas tomadas de la homilía de Francisco, en el Miércoles de Ceniza 2018)

¡Para!

Señor, ayúdame a pararme.
¿Para qué esta agitación y este correr sin sentido?
Tú sabes que acabo disperso, dividido, aislado...
lejos de mis amigos y mi familia,
lejos de ti.

Ayúdame a pararme
delante de la necesidad de estar en el candelero,
que me hace olvidar el valor de la intimidad y el recogimiento.

Ayúdame a pararme
para no dejarme llevar por la mirada altanera
y no me venzan los juicios rápidos y las críticas injustas,
que me alejan de la ternura y la misericordia.

Ayúdame a pararme
ante el deseo de querer controlar todo,
saberlo todo, consumir todo;
que nace del olvido de la gratitud frente al don de la vida
y a tanto bien recibido.

Ayúdame a pararme
ante el ruido ensordecedor que atrofia y aturde nuestros oídos
y nos hace olvidar del poder fecundo y creador del silencio.

Ayúdame a pararme
ante la actitud de fomentar sentimientos estériles, infecundos, que brotan del encierro y la auto-compasión y llevan al olvido de ir al encuentro de los otros para compartir las cargas y sufrimientos.

(Ideas tomadas de la homilía de Francisco, en el Miércoles de Ceniza 2018)

viernes, 9 de febrero de 2018

Sordo mudos

Señor, lo reconozco:
muchas veces mi corazón es sordo mudo.

Sordo, para escucharme,
sordo, para escuchar el lamento de los que sufren,
sordo, para escuchar a quienes piensan distinto,
sordo, para escuchar el canto de la Creación.

Sordo, para escuchar tu Palabra,
esa palabra que cada día me recuerda quien soy:
"tú eres mi hija preferida, tu eres mi hijo amado";
esa palabra que cada día me recuerda cuál mi misión:
amar, servir, compartir la vida hasta el extremo.

Mudo, para comunicar esperanza,
mudo, para denunciar las injusticias,
mudo, para decir: ¡te quiero!
mudo, para pedir perdón,
mudo para contarte mi pena y mi alegría.

Acércate, Jesús, a mi corazón sordomudo;
toca con tu dedo mis oídos y mi lengua.
para que escuche y hable, como Tú, Señor.

domingo, 4 de febrero de 2018

Libres, también de los aplausos

Jesús, queremos seguir tus huellas,
queremos aprender a ser mujeres y hombres libres.

Supiste disfrutar de la amistad con Marta, María y Lázaro.
Tu corazón rebosaba alegría en tantos momentos:
al ver la generosidad de una viuda pobre
con la fe de una mujer cananea, extranjera,
ante el amor de tantos samaritanos, prójimos de quien sufre,
en los momentos de oración, de intimidad con el Padre
al contemplar cómo la gente sencilla acoge el Evangelio...
Disfrutaste en tantos momentos y con tantas personas.
Ayúdanos a gozar cada detalle de amor y de belleza.

Pero tu camino no se detuvo ante el miedo
y seguiste adelante, a pesar de las amenazas.
Tampoco te dejaste robar el corazón por el éxito,
cuando hubiera sido más fácil dejarte querer.
No dejaste que la pereza echara raíces en tu corazón
y no buscaste otra cosa que cumplir la voluntad de Padre.
¡Cuánto me gustaría ser tan libre como tú, Jesús!
Libérame del miedo, la pereza, los aplausos, el dinero.
Qué tu amor, tu luz y tu fuerza me ayuden a ser libre.

jueves, 1 de febrero de 2018

Un bastón y nada más

Jesús, Tú llamaste a los Doce,
y después de ellos, has llamado a tantos hombres y mujeres de todos los tiempos.
Y hoy sigues llamándonos a nosotros.
Sé que también cuentas conmigo, a pesar de historia y mi debilidad.

Siento que nos dices:
«Tenéis autoridad sobre el mal.
No dejéis que el odio, el engaño, la violencia, el egoísmo o tantos otros espíritus inmundos encierren la vida.
Cada día, sentíos en camino, hacia los otros, para anunciar la buena nueva.
No pongáis vuestra confianza en el dinero, en la información, en la imagen o el poder, en estar a la última en la tecnología, tener al día todas las seguridades…
Nada de eso sirve, si no acogéis y compartís mi amor. Eso es lo más importante.
Habrá personas dispuestas a escuchar y compartir el evangelio. Otros no os harán ningún caso. No os empeñéis en convencer a quien se cierra a la buena noticia. Seguid adelante. Y veréis cómo vuestra palabra ayuda a convertir lo estéril en vida, a sanar las heridas y a expulsar las sombras».

Señor, dame luz, confianza y fuerza para aceptar tu invitación.

(adaptación de una plegaria de Rezandovoy.org)

miércoles, 31 de enero de 2018

Por los jóvenes

Señor Jesús, tu Iglesia en camino hacia el Sínodo dirige su mirada a todos los jóvenes del mundo.

Te pedimos para que con audacia se hagan cargo de la propia vida, vean las cosas más hermosas y profundas y conserven siempre el corazón libre.

Acompañados por guías sapientes y generosos, ayúdalos a responder a la llamada que Tú diriges a cada uno de ellos, para realizar el propio proyecto de vida y alcanzar la felicidad.

Mantén abiertos sus corazones a los grandes sueños y haz que estén atentos al bien de los hermanos.

Como el Discípulo amado, estén también ellos al pie de la Cruz para acoger a tu Madre, recibiéndola de Ti como un don.

Sean testigos de la Resurrección y sepan reconocerte vivo junto a ellos anunciando con alegría que tú eres el Señor. Amén.

Francisco

lunes, 22 de enero de 2018

Orgullo

Cuando el orgullo nos envuelva…
Líbranos del mal

Si nuestra palabra se vuelve dura, injusta o hiriente…
Líbranos del mal

Cada día que el miedo silencie a los profetas…
Líbranos del mal

Si nos volvemos ciegos, sordos o indiferentes al prójimo…
Líbranos del mal

Cuando seamos jueces injustos de debilidades ajenas…
Líbranos del mal

De la tentación, del egoísmo, de la violencia…
Líbranos del mal

Si en nuestras mesas no hay sitio para el hambriento…
Líbranos del mal

En tu luz, por tu alianza, con tu justicia…
Líbranos del mal. Amén.

(rezandovoy.org)

domingo, 14 de enero de 2018

Me llamas a convertirme

Me llamas a convertirme
en agua para el sediento,
en risa para quien llora,
en tiempo del que está solo.

Me pides que me transforme
en brisa para el cansado,
en techo para quien vaga,
en cura para el enfermo.

Me dices: «Sé luz para el ciego,
y palabra para el mudo,
sé las piernas del herido
que no puede sostenerse».

Me llamas a convertirme, Señor,
Y aquí estoy. Débil,
con toda mi pobreza,
sin saber bien cómo responder,
por dónde empezar
o qué pasos dar.

Pero aquí estoy, Señor.
Y tú me llamas a convertirme.

(José María R. Olaizola, SJ)

viernes, 12 de enero de 2018

El amor insiste y crea

Cuando una persona necesite ayuda,
dame un amor fuerte, constante, creativo...
para buscar su bien de una manera u otra.

En mi relación contigo,
dame un amor fuerte, constante, creativo...
para que en cada momento encuentre la senda que me acerque a Ti.

Con la pareja, la familia y los amigos,
dame un amor fuerte, constante, creativo...
para saber expresar el cariño que les tengo.

Con las personas que me hicieron daño y con quienes ofendí,
dame un amor fuerte, constante, creativo,
para que el perdón, poco a poco, vaya curando heridas.

En mis compromisos sociales,
dame un amor fuerte, constante, creativo...
para que encuentre caminos de justicia y paz.

Cuando me parece que no puedo avanzar,
dame un amor fuerte, constante, creativo...
para no tirar la toalla en los fracasos y seguir adelante.

sábado, 6 de enero de 2018

Caminando con los magos

Señor Jesús, me impresiona la historia de los magos.
Dame luz y fuerza para ser como ellos y recorrer su camino.

Viven sin problemas, pero su corazón no está satisfecho.
Que también yo escuche los deseos más hondos del corazón.

Buscan algo distinto, están atentos y una estrella los ilumina.
Abre mis ojos y mis oídos, para descubrir las señales que me conducen a Ti.

Sin tener claro su destino, dejan lo suyo y se ponen en camino.
Quítame, Señor, la pereza y el miedo, que no me dejan avanzar.

Te buscaron en la riqueza de un palacio y en el poder de un rey,
También yo me empeño en buscarte en lugares que no son los tuyos.

Al fin te adoraron en la pobreza de un establo y en la ternura de un bebé.
Que yo sepa encontrarte en la vida de cuantos me necesitan y en el cariño de quienes me aman.

Fueron generosos. Te regalaron lo que para ellos era lo más valioso.
Que también yo te ofrezca lo mejor: mi tiempo, mi vida, mi amor.

El encuentro contigo les cambió y volvieron a casa por otro camino.
Señor, ¡cámbiame la vida! Cambiala, como quieras. La dejo en tus manos.

viernes, 5 de enero de 2018

Habla la Vida

Habla la Vida,
no en palabras ni versos,
no en poemas ni cantos,
no en susurro,
no en grito.

Habla, primero,
al abrazar al herido
y dar agua al sediento,
al partirte un poco la espalda
para cargar con los abatidos
(¿quién, si no, tirará de ellos?)

Habla la Vida,
en el perdón sincero,
en el respeto,
en un amor de hermano,
de amigo,
de amante eterno
en la mesa dispuesta
para saciar al hambriento.

Si la Vida calla,
el poema, el grito, el canto…
…es verbo hueco.
Pero si cantan las obras,
si recita el gesto,
si grita la vida,
eso es evangelio.

(José María R. Olaizola, SJ)

jueves, 4 de enero de 2018

¿Qué buscáis?

Busco amor,
pero no quiero comprometerme con nadie.

Busco justicia,
pero no quiero problemas.

Busco un cambio de vida,
pero no quiero cambiar de costumbres.

Busco una fe más recia,
pero no quiero asumir riesgos.

Busco la paz,
pero no quiero pedir perdón, ni perdonar.

Busco felicidad,
pero sin renunciar a ningún placer.

Tú no te enfadas con nosotros.
Conoces nuestras contradicciones.

Sonríes y con paciencia nos repites, una y otra vez:
No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia.
Venid y veréis. Convertíos.
Busca primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura.
Perdona setenta veces siete.
El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará.

Y cuando el fracaso ahoga la esperanza, nos recuerdas:
Lo que es imposible para vosotros, es posible para Dios.