domingo, 24 de enero de 2016

Recapacitó y fue

Señor, soy cristiano y me gustaría vivir como un buen cristiano,
pero me siento prisionero de mis rutinas, de mis caprichos.
Querría estar más cerca de Ti y trabajar cada día en tu viña,
pero mi débil voluntad es derrotada a menudo por mis apegos.

Atráenos hacia Ti

Señor,
son muchas, cada vez más,
las cosas que nos apartan de Ti.
Esas preocupaciones estériles,
esos frívolos placeres,
esos inútiles cuidados,
esas ilusiones inconsistentes,
esas causas triviales,
esos vacíos deberes...

Si me pierdo

Señor, si me pierdo, búscame.
Si somos muchos y entre todos ellos me pierdo, ven a por mí.
Si me encuentras sé que te alegrarás
y que yo me alegraré contigo.

Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa
hondura del vacío y en la hondura interior.
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.

Cruces y cruces

Señor, sé que en la vida hay cruces “inevitables”,
(ciertos momentos, climas y trabajos,
ciertos encuentros, caracteres y silencios,
ciertas edades, convivencias y palabras...),
y uno debe asumirlas.

Mucho se me ha dado

Señor, sé que a mí mucho se me ha dado:
el primer don:  la vida, y además…
tantos talentos, tantas posibilidades,
tantas experiencias, tantos proyectos,
tantas relaciones, tantas personas,
tantos dones… tanto.

Bodas de Caná

Dios es es un agua-fiestas. Todo lo contrario. Dios convierte el agua en vino. Dios es ALEGRÍA

Que no se pierda un brote de alegría,
que siempre en nuestras vidas haya algo que celebrar,
que no se acabe el vino de la fiesta,
que las inolvidables canciones nunca dejen de sonar.
Pues la vida, para Dios, es una boda
en la que quiere unir a todos sin final.

Parábola del Cuerpo

Señor, ayúdanos a entender.... y a vivir:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.