Señor, te damos gracias por el Nacimiento de cada persona, por nuestra vida, por el nacimiento de San Juan. Su vida fue un regalo para su familia y su pueblo.
Que también nuestra vida sea un regalo para los más cercanos y lo que más nos necesitan.
Juan no buscó protagonismos. Decía: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. Es preciso que él crezca y que yo disminuya. Y así, cumplió perfectamente su misión de preparar los corazones para que pudieran a acoger a Jesucristo.
Que también nosotros sepamos cuál es nuestra misión en la vida y la cumplamos con generosidad y humildad.
San Juan llama a la conversión, con su palabra: Convertíos... Dad, pues, fruto digno de conversión. Y con su pobreza y austeridad: llevaba un vestido de pie de camello y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
Señor, que nuestra palabra y nuestro testimonio ayuden a muchos a cambiar de vida, a ser más felices, más solidarios, a acercarse a ti.
San Juan no tuvo miedo: Denunció a Herodes por vivir con Herodías, la mujer de su hermano Filipo.
Que también nosotros denunciemos los pecados de nuestro tiempo y anunciemos la vida nueva que Tú nos ofreces.