sábado, 5 de marzo de 2016

Tú me conoces

Señor, tú me llegas hasta el fondo y me conoces por dentro.
Lo sé: me conoces cuando no paro o cuando no sé que hacer.
Mis ilusiones y mis deseos los entiendes como si fueran tuyos.
En mi camino has puesto tu huella,
en mi descanso te has sentado a mi lado,
todos mis proyectos los has tocado palmo a palmo.
Tú oyes lo profundo de mi ser en el silencio,
cuando aún no tiene palabras para abrirse a ti.

Es increíble: me tienes agarrado totalmente.
Me cubres con tu palma y me siento tuyo.
Como grano de arena en el desierto,
como gota de agua perdido en el mar,
así me encuentro ante ti.

Me digo y no sé responderme:
a dónde iré que no sienta el calor de tu aliento?
A dónde escaparé que no me encuentre con tu mirada?
Cuando escalo mi vida y lucho por superarme, allí estás tú.
Cuando me canso en el camino y me siento barro,
allí perdido en mi dolor, te encuentro a ti.

Cuando mis alas se hacen libertad sin fronteras
y toco el despertar de algo nuevo;
cuando surco los mares de mi sueños
y pierdo la arena pegadiza de mis playas,
allí está tu mano, y tus ojos, y tu boca...
allí como Amigo fiel, de nuevo estás tú.

Tú eres como manantial de donde brota el río,
como raíz donde arranca el árbol.
Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas,
me has creado por amor y quieres que viva en plenitud.
Soy tuyo: sólo tu amor da respuesta a mi sed.
Ese amor con el que me tejiste en el seno de mi madre
y desde el que me llamas a crecer y ser feliz.

Dios mío, tú me sondeas y me conoces,
comprendes como nadie mis sentimientos.
Que te sienta cerca en el camino de la vida
Quiero desde lo hondo de mi ser, vivir para ti.
Quiero decirte: “Heme aquí”, Señor.

Salmo 139. Adaptación