domingo, 29 de abril de 2018

Dios trabajador, Dios agricultor

Tú, Jesús, eres la vid, nosotros los sarmientos.
Tú y yo Jesús somos parte de la misma planta,
tenemos la misma raíz, que nos da firmeza,
y una misma savia recorre nuestras venas.
Somos una prolongación de ti, Jesús.
Y muchas veces no me doy cuenta.

Tú, Jesús, envías la savia hasta mi última rama,
en todo momento, cuando trabajo y cuando duermo.
No depende de mí; depende de Ti.
Tú me quieres vivo, verde, con abundante fruto.
Si conocieran que Tú eres fuente de vida,
¡nadie querría separarse de Ti!

Nosotros somos los sarmientos. Dios Padre es el viñador;
un agricultor que mira y cuida con amor de su viña,
un campesino que entrecava la tierra que me sostiene,
un trabajador que maneja la azada y suda,
un podador que me  quita lo que me sobra,
para que pueda crecer lo mejor de mí.

Gracias, Jesús, por ser la savia que me da vida.
Gracias, Padre, por ser el viñador que me cuida.

Oración inspirada en un texto de E. Ronchi