Date cuenta de la energía creadora
que hay en tu corazón,
capaz de renovar una vida
sin tono y sin horizonte.
Date cuenta
del milagro permanente
que se opera cada segundo en tu ser:
la marcha prodigiosa de tu cerebro,
el latir fiel de tu corazón
la mirada limpia de tu ojo avizor,
la atención alerta de tu inteligencia.
Date cuenta
de que eres dichoso en la medida
que tú quieras serlo.
Te basta: sonreir, compartir, vivir.
Da cuenta
que siempre hay motivos para soñar:
en la belleza de una flor, en el paisaje,
en una voz amiga, en un querer cercano.
Date cuenta
que siempre hay un libro que leer,
una mano que apretar,
una pena que aliviar,
un camino que recorrer.
