sábado, 26 de septiembre de 2015

Conocerte, amarte, seguirte

Dicen que es imposible conocerte y no amarte,
amarte y no seguirte, y es que tienes algo especial.
La gente se acerca a ti porque sabe que escuchas,
que miras con cariño,
que curas y restableces dignidades,
que invitas a vivir tu proyecto sin engaños.

La gente se acerca a ti porque han oído hablar de ti,
porque les gusta escuchar tus parábolas,
porque han visto tus gestos,
tus acciones milagrosas y tus palabras de esperanza,
y la gente necesita razones para seguir esperando,
razones profundas para vivir sin desesperar,
sin renunciar a la utopía del reino.

La gente se acerca a ti
pero tú no quieres admiraciones,
ni adoraciones, ni propagandas baratas y vacías.

Tú nos invitas a ponernos en camino,
a salir de nuestras casas (situaciones, miserias, enfermedades, dolencias)
y a recorrer un itinerario de fe,
un camino en el que los que te sigan
irán descubriendo y respondiendo
a la pregunta por tu identidad.

La gente pregunta quién eres
y tú respondes “venid y lo veréis”,
“llamad y se os abrirá”,
“amad por encima de todo”,
“perdonad hasta setenta veces siete”,
“construid vuestra casa sobre la roca”,
“sembrad con perseverancia y sed pacientes”…
…porque tú nos quieres en camino, en movimiento, en acción
y en este no parar te nos descubres tal cuál eres.

Dame la oportunidad de acercarme a ti,
de preguntarte quién eres
y de conocer la respuesta
en el seguimiento fiel a tu persona y a tu proyecto,
a tu evangelio y a la misión. Así sea