domingo, 11 de octubre de 2015

Dios cercano

Te damos gracias, Dios cercano, presente en las flores y en los granos, en los pájaros y en las llagas, en lo feo, en lo triste, en el aire, en el agua; en el mar y en el templo.

Estás en el dolor que queda y en el viejo que pasa, en la madre que pare y en la garrapata, en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca; estás en la mina y en la plaza,

Es verdad que estás en todas partes, pero hay que descubrirte, en el misterio de ver y sentir, de hablar y cantar, de reír y llorar, de sufrir y de amar. Tú estás en mí, en cada persona, Dios mío.

Estás en las manos de todo el que trabaja; en los que no se callan ni se cruzan de brazos frente a la injusticia. Huyes de las manos del guerrero y de las manos del que reza y no ama, del que va a misa y no enciende a los pobres velas de esperanza.

Estás en mí, cuando me angustia ese hombre que compra alpargatas, cuando me inquieta la vida del que sube y no baja, cuando una angustia se me enquista en la entraña y cuando amanezco silbando en la mañana, cuando sonrío a todos y a todos doy las gracias. Amén.

Oración, inspirada en un poema de Gloria Fuertes.