Nací para servirte: esa es mi lucha,
mi gloria y mi condena.
Si mi felicidad de ti no viene,
no aguardo bienestar sobre esta tierra.
No sirvo a los señores de este mundo,
que pagan con honores y riquezas.
Te sirvo a ti, Señor de lo escondido,
que en lo secreto premias.
Te sirvo a ti, que en el amor has puesto
tu ley y tu presencia.
Y ya servirte, oh Dios, es en mi vida
una siembra, una entrega.
En la que el hombre sale de sí mismo
y en ti mismo se encuentra.
Sé Tú , Señor, el campo donde el grano
de mi vida se pudra y dé cosecha.
Nací para servirte: esa es mi lucha,
mi Gloria y mi Condena.