Señor, gracias por todos los dones que he recibido por ti. Gracias por la inteligencia, la creatividad, el ingenio... Qué sepa desarrollar estos talentos y ponerlos al servicio de la familia, de la comunidad, de la sociedad; al servicio de la verdad, de la justicia, de tu Reino.
Ayúdame a realizar con fidelidad, alegría y generosidad las pequeñas obligaciones y tareas cotidianas: la oración de cada mañana, el saludo a las personas con las que me encuentro, el trabajo con el que gano el pan, los compromisos que he asumido. No me dejes caer en la apatía y la pereza.
Señor, dame sabiduría para servirte a Ti, el único que mereces ser servido, el único que nos da el amor y la felicidad que desea nuestro corazón. Que la fuerza de la Comunión contigo, me ayude a no dejar que el dinero ocupe espacio en mi corazón y a amarte sobre todas las cosas.