viernes, 18 de diciembre de 2015

Ladrones

Señor:
Ladrones los hubo y los hay
en las plazas y mercados,
en los cruces de caminos,
en los tugurios y bancos,
en las tertulias y asambleas,
en las mejores familias,
en los palacios y en las iglesias
y hasta en el Calvario más sagrado.

Los hay de derechas y de izquierdas,
del norte y del sur,
del centro y de la periferia,
descreídos y piadosos...
Muchos, con discurso solidario,
estatus social muy noble
y credenciales de dueños y señores,
son avalados por leyes y poderes.

En todos los lugares puede haber ladrones.
Ladrones de vidas, de sueños,
de corazones, casas y tiempo,
de carteras y de proyectos...
Ladrones de estrellas y de dinero,
de esperanzas y de fe,
de cuerpos y de espíritus...
¡Nunca ladrones de miedos!

Los hay que pagan por su torpeza
o por su osadía y mentira,
y los hay que hacen gala de su destreza.
Los hay que no temen a nadie:
ni a sus semejantes, ni a Dios, ni a jueces.
Y los hay que no saben ni lo que son:
ladrones con oficio y sin beneficio
o ladrones sin título y mucho crédito.

Todos somos ladrones intermitentes
en un momento u otro de la vida,
aunque algunos, de poca monta:
sin historia ni gracia y cazados a la primera.
Y todos tenemos nuestro momento,
aunque no lo busquemos
o vayamos a la contra,
para cambiar y llegar al paraíso.

Pero no todos nos reconocemos como tales
ni descubrimos lo que queremos
a pesar de estar desnudos y sufriendo
junto al que es el perdón y la vida.
Aún siendo sus compañeros
continuamos ciegos y zahiriendo,
pensando sólo en nosotros
y en la mala suerte que tenemos..

En aquel tiempo en un calvero,
hoy, desde cualquier estercolero,
Tú, Señor, Jesús Nazareno,
siempre eres camino, verdad y vida,
para desconcierto de todos.
¡Acuérdate de nosotros, día y noche,
aunque no te lo digamos,
y danos la vida que tanto necesitamos!

Florentino Ulibarri