Señor, levantamos los ojos hacia Ti
con una mezcla de vergüenza y confianza.
Tu mirada nos transforma y nos cura.
Te miramos recién nacido en Belén.
Tu pequeñez cura nuestras ambiciones
y en nuestro corazón crece la ternura.
Te miramos rodeado de niños, mujeres, publicanos…
Tu cercanía a ellos cura nuestros favoritismos
y nos ayuda a compartir la vida con los más pequeños.
Te miramos cuando rezas al Padre.
Tu rostro transfigurado cura nuestra incredulidad
y nos anima a abrir del todo el corazón a Dios.
Te miramos como la mujer acusada de adulterio
y en tus ojos sólo brillan el amor y el perdón,
el perdón que pacífica y cura el alma.
Te miramos lavando los pies a tus discípulos.
Tu humildad cura nuestra vanidad
y nos invita a servir a los hermanos.
Te miramos clavado en la cruz más injusta.
Tu entrega cura nuestros egoísmos
y nos mueve a compartir la vida entera.
Te miramos resucitado y glorioso.
Tu vida nueva cura nuestras desesperanzas
para que gocemos y compartamos tu alegría.